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viernes, 29 marzo, 2024
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La Constitución, sopa de letras muertas para el régimen priísta

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Por: SAÚL MONREAL ÁVILA •

Por todo el país se extendieron los festejos por el 97 aniversario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que hoy nos rige, promulgada el 5 de febrero de 1917 después de un año y un mes de trabajo del Constituyente en el Teatro Iturbide de la ciudad de Querétaro, partiendo de la Constitución Política de 1857, fue reformada para adecuarla a las demandas emanadas de la Revolución. Motivo por el que se han vertido y reproducido en los medios de comunicación, ríos de palabras exaltando las virtudes y bondades de la Carta Magna en infinidad de eventos, por lo que pensaríamos que el respeto y la fidelidad a dicho documento es general y absoluto por este régimen.

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Este pasado 5 de febrero se dijo entre otras cosas que: “La Constitución no es únicamente el documento que rige nuestra vida constitucional, sino también el faro que ilumina el sendero, el alma de nuestra nación independiente, la fiel garante de los derechos de los mexicanos y el cimiento para el desarrollo de México como una gran nación para el presente y el futuro”.

“Hoy queremos reiterar el compromiso que tenemos para salvaguardar la constitucionalidad y legalidad de los actos para continuar impulsando reformas a nuestra Carta Magna que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los mexicanos”, discurso pronunciado en algún lugar de Veracruz, pero representativo de todos los eventos realizados por este motivo en el país.

La realidad dice otra cosa, desde 1917 hasta la fecha, la Constitución ha sido reformada 573 ocasiones, algunas representan actualizaciones positivas, pero las actuales reformas contravienen diametralmente el espíritu de algunos de los textos iniciales especialmente en lo que respecta a los derechos de los trabajadores y la soberanía de la nación sobre sus recursos naturales, textos constitucionales que han sido modificados para que grupos de poder económico puedan beneficiarse de estos recursos de manera indiscriminada, como lo viene haciendo este régimen federal del PRI de Peña Nieto y Salinas de Gortari, ¿hasta dónde se puede modificar la
Constitución?

La historia del régimen priísta que actualmente gobierna no deja mucho margen para dudas y preguntas, por muchas décadas el sistema político se caracterizó por dos principios fundamentales que no han dejado de operar y que ahora tienen que ser substituidos por otras formas y prácticas políticas. Primero, la indiscriminada disciplina partidista, la institucionalidad del sistema en su conjunto. Políticos, empresarios, obreros y la sociedad en general participaban dentro de las organizaciones, canalizaban sus demandas a través de las diversas instituciones y aceptaban la estructura del sistema como legítima a pesar de ser totalitaria.

En segundo lugar, el uso de las reglas no escritas, los políticos aceptaban un conjunto de reglas que conocían no escritas en texto alguno, pero que constituíanrígidasnormas de comportamiento que nadie se atrevía a menospreciar o violar. Entre estas reglas se encuentran desde las que norman la sucesión presidencial hasta aquéllas que rigen la corrupción.

Desde décadas atrás, el PRI no tenía interés en respetar la Carta Magna, y ahora, con el reciclaje de este partido en el poder, sustituyendo con sus propias reglas la legalidad y el marco de referencia que otorga la Constitución, ha devenido en una suerte de decadencia, con todo y sus defectos, ilegalidad y antidemocracia, que en su momento dio alguna estabilidad al país, cuando estábamos mal, estábamos mejor, ya que ahora, un pequeño grupo que detenta el poder y control, busca legitimarlos con las nuevas reformas constitucionales, todo ello a favor de un grupo de entidades financieras internacionales, que ya cobran la factura por entronizar a este equipo, exigiendo al mismo tiempo la disciplina y el respeto a las reglas no escritas a los priístas de debajo de la pirámide, este PRI no es el mismo autoritario y mal PRI de antes, es aún peor.

Por todo ello, es irónico que en un aniversario más de la promulgación de la Constitución mexicana, los políticos priístas se erijan como adalides de la democracia y del respeto a las leyes y preceptos emanados de la Constitución, convertida en una colcha de retazos por tantos remiendos y añadidos que este partido, el PRI, y sus cómplices del PAN han venido haciendo para favorecer sus propios intereses.

Tomas Hobbes expone en su libro Leviatán, que cuando una sociedad llega al contrato social supone el fin del estado de la naturaleza, donde “cada hombre es enemigo de cada hombre” y donde “los hombres viven sin otra seguridad que sus propias fuerzas”.

Un contrato social, una constitución sin consenso de la sociedad e incumplida por el estado no sirve, es una regresión, la vuelta a la ley de la selva, por eso la llegada de las autodefensas en Michoacán y otros lugares del país, por eso la pérdida de control del estado ante el crimen organizado, y por eso la pérdida de credibilidad a las instituciones, una constitución que de por si no respeta el régimen, mutilada para darle legalidad al reparto del país a extranjeros y utilizada sólo para someter a un pueblo no es ya guía confiable, la ha convertido el PRI en sopa de letras muerta, algo que deberán de enfrentar los legisladores responsables que vienen y volverla a su estado de carta de navegación, confiable y eficaz para dirigir y preservar la integridad de nuestro país. ■

*Coordinador de la Comisión Operativa
de Movimiento Ciudadano en Zacatecas
[email protected]

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