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viernes, 19 abril, 2024
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Productividad, empleo y salarios en la industria manufacturera mexicana desde 2007

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Por: SAMUEL ORTIZ VELÁSQUEZ • CAROLINA HERNÁNDEZ CALVARIO •

Durante el sexenio de Felipe Calderón (2007-2012), la manufactura mexicana profundizó su crisis iniciada en el año 2000. Los niveles de producción en la manufactura crecieron en términos reales a una tasa media anual de apenas 1.2 por ciento, ello como resultado de un crecimiento de la productividad del trabajo de 1.6 por ciento y una caída del empleo de 0.4 por ciento (Monitor de la Manufactura Mexicana 2013).

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Pero las ganancias de productividad, a costa de la caída del empleo productivo, no se reflejaron en un crecimiento de los salarios reales, pues las remuneraciones medias reales (con base en las horas trabajadas) mostraron un derrumbe de 0.2 por ciento.

Desagregando a la manufactura mexicana en sus distintos subsectores y ramas industriales, se presentan tendencias muy similares. Llama nuestra atención el caso de las ramas industriales: motores de combustión interna/turbinas/transmisiones y computadoras/equipo periférico.

Las cuales forman parte de la cadena autopartes-automotriz y electrónica, ambas dominadas por empresas transnacionales (ETN) y profundamente integradas a los mercados externos, particularmente al mercado estadunidense desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) en 1994 (de hecho, más del 85 por ciento de su producción tiene como destino los mercados externos).

En el periodo sexenal que nos ocupa, ambas ramas fueron las más dinámicas (de un total de 86 ramas industriales), con tasas de crecimiento de la producción y la productividad de dos dígitos, pero en las dos, las remuneraciones permanecieron estancadas.

La diferencia que se establece entre el crecimiento de la productividad y el crecimiento de las remuneraciones medias reales con base en las horas trabajadas, es un primer indicador que muestra el excedente económico apropiado por los empresarios. Donde una brecha muy alta apuntaría a que la distribución del ingreso con la que opera la manufactura mexicana se torna muy inequitativa, mientras que una menor brecha apuntaría a una distribución del ingreso más equitativa. Los datos indican que la brecha productividad-salarios fue muy altaparticularmente en las dos ramas industriales más dinámicas e integradas a los mercados externos (la brecha fue superior a 13 puntos porcentuales).

Pero la mayor inequidad en la distribución del ingreso en la manufactura mexicana y el aumento de la tasa de explotación subyacente, no se reflejaron en una elevación de la inversión, de hecho el coeficiente de inversión global (relación inversión a producto), se estancó en torno a un 22.3 por ciento durante el mismo periodo.

Para la manufactura en su conjunto, lo anterior pudiera explicarse porque los menores costos que implica una elevación de la tasa de explotación (vía reducción del salario real) se ven más que contrarrestados por las menores ventas que provoca el empobrecimiento de los trabajadores. Las menores ventas impactan adversamente sobre la rentabilidad empresarial y por esta vía sobre la inversión. La situación es muy diferente en las dos ramas más dinámicas integradas a los mercados internacionales.

En ellas los bajos costos (asentados en bajos salarios), las vuelven competitivas internacionalmente, a su vez, como exportan buena parte de su producción, no se ven perjudicadas por el pobre desempeño del mercado interno.

En suma, en el sexenio calderonista, la industria manufactura mexicana, un sector clave para el desarrollo económico, mostró un débil desempeño, creciendo incluso por debajo del PIB de la economía total y con ello profundizó su crisis iniciada desde el año 2000. Las ganancias de productividad a costa de la expulsión de fuerza de trabajo no se reflejaron en incrementos del salario real.

El excedente económico obtenido a costa de la reducción salarial, no se expresó en aumentos de la inversión, pues las menores ventas en el mercado interno pudieron jugar en contra de la rentabilidad empresarial. Las grandes ganadoras del andamiaje actual han sido el grupo selecto de empresas agrupadas en las ramas vinculadas a la cadena automotriz y la electrónica, dominadas por empresas transnacionales, que operan con débiles encadenamientos productivos con proveedores locales.

El panorama para la manufactura mexicana en el sexenio presidencial que recién comienza es sombrío, sobre todo si se considera que con la reforma privatizadora de Pemex, se puede minar toda posibilidad de integración de los sectores productivos de la economía mexicana, dado que el subsector petrolero es estratégico y un palanca de desarrollo, por sus múltiples encadenamientos productivos “hacia atrás y hacia adelante” con el resto de la economía. ■

http://economiamexicanaennumeros.blogspot.mx/

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