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jueves, 28 marzo, 2024
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Crítica, situación en el campo zacatecano debido a la erosión y mal uso agrícola

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Por: RAQUEL OLLAQUINDIA •

■ Por la desertificación se pierden anualmente hasta 30 toneladas de tierra por hectárea: Inifap

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La fragilidad del suelo agrícola zacatecano se agrava conforme pasan los años y, actualmente, se calcula que del millón 100 mil hectáreas de temporal que se siembran en el estado, cerca de 40 por ciento no tiene condiciones para la agricultura y debe regresarse de manera urgente a su uso primario, es decir, tienen que volver a ser predios de agostadero.

Mientras tanto, en el 60 por ciento restante, que representa cerca de 600 mil hectáreas, “tenemos problemas que van de severos a muy severos, con la pérdida de capa fértil del suelo”, aseguró el secretario del Campo, Enrique Flores Mendoza.

Las causas naturales como la erosión hídrica y eólica, que provoca el arrastre de tierra a consecuencia del agua y el viento, son un factor principal para explicar la situación crítica que vive el campo zacatecano.

Sin embargo también hay que destacar, por encima de esta razón ajena al hombre, las malas prácticas agrícolas que se han venido dando en Zacatecas y que propiciaron un deterioro aún mayor de las tierras.

“Movemos de más el suelo, que luego facilitamos que las condiciones de viento o de agua arrastren la capa arable que le cuesta a la naturaleza 70 o 100 años formar, pues en 10 o 15 minutos se pierden”, precisó el funcionario.

Según estudios elaborados por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), en Zacatecas se calcula que por la desertificación se pierden anualmente entre 20 y 30 toneladas de tierra por hectárea y esto se traduce, agregó el secretario, en que el productor está perdiendo su principal capital, que es el suelo.

“Podrá tener la mejor semilla, podrá tener un buen temporal como está resultando este año, pero si al final del día no tiene suelo, pues ya cómo va a poder producir”, explicó.

Expuso, por ejemplo, que en la zona frijolera de la entidad, que “no sólo es la zona frijolera más grande del país, sino que es la zona más grande del mundo” y que se extiende por varios municipios como Sombrerete, Río Grande, Juan Aldama y Saín Alto, hay ocasiones en las que debe cerrarse la carretera al tránsito vehicular por las tolvaneras que se forman y que impiden la visibilidad.

Flores Mendoza aseguró que este “es un efecto visible de la erosión que tenemos, del avance de la desertificación, donde vemos ya dunas formadas. Hay dunas que se forman ya. La única diferencia contra un desierto es que hay surcos”.

En este sentido, el director de coordinación y vinculación del Inifap en Zacatecas, Francisco Echavarría Cháirez, explicó que perder 15 toneladas de tierra por hectárea cada año significa que desaparece un milímetro de suelo fértil, “es decir, algo imperceptible. Pero para nosotros que no tenemos suelos profundos, porque estamos arriba de un cerro, para nosotros es una pérdida importante porque nuestros suelos en promedio pueden tener 30 centímetros”.

Con base en el grosor aproximado que tienen los campos zacatecanos, si continúan los malos usos agrícolas en la entidad, “podíamos estar perdiendo la capa arable, la capa de encima, la capa rica, la que provee los nutrientes, la que ayuda a que se den las plantas y pueda haber agricultura”.

Pero además de la pérdida a largo plazo del suelo, debido a la erosión, también se ve afectada la productividad de los campos. Según cálculos del Inifap en el caso del frijol, Echavarría Cháirez informó que, aunque es una cifra variable, se puede hablar de que por cada centímetro de tierra que se pierde se obtienen 50 kilos menos del producto por cada hectárea.

“Y uno puede decir, 50 kilos por hectáreas no es mucho, pero cuando partes de 600 u 800, después de 30 años estás obteniendo 500, y resulta que eso explica por qué obtienes menos”, concretó el investigador.

Una de las opciones para revertir la grave situación en la que se encuentra el suelo zacatecano por la desertificación es la de regresar al uso pecuario las más de 400 mil hectáreas, que corresponden a 40 por ciento del total de cultivos de temporal y que son las tierras no aptas para practicar la agricultura.

El secretario del Campo, Enrique Flores, mencionó que gran parte de los agricultores no ha mostrado interés en adherirse al programa, por miedo a perder los apoyos del Procampo si no siembran. No obstante, el funcionario precisó que la entrega de estas ayudas ha quedado garantizada, aunque no tengan cultivos en sus predios.

De igual forma explicó que, en cuanto a las otras 600 mil hectáreas, la posibilidad que existe para frenar los efectos de la erosión es la de la reconversión productiva, sustituyendo, por ejemplo, el frijol por cultivos de cobertura que protejan el suelo del viento y del agua.

A pesar de estos programas, el funcionario aseguró que para fomentar un verdadero cambio en el campo zacatecano, “se requiere, más allá de acciones y de recursos públicos, del convencimiento y toma de conciencia de nuestros productores, que se den cuenta de que tienen que preservar su capital y que su capital es el suelo, y que si no cuidan el suelo no van a poder luego tener cosecha ni buenos rendimientos”.

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