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jueves, 25 abril, 2024
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El FPZ, un movimiento “que hizo temblar a Zacatecas”, señala Arturo Rivera Trejo

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Por: ALMA RÍOS •

■ Celebrarán el 40 aniversario del Frente; se tendrán testimonios y otras actividades

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Quince días continuos de marchas estudiantiles en protesta por su aprehensión, -refiere Arturo Rivera Trejo-, “ablandaron” al gobierno de José Guadalupe Cervantes Corona para que se produjera su liberación un día de octubre de 1983.
El integrante del Frente Popular de Zacatecas (FPZ) había sido remitido al penal en septiembre de ese mismo año por la invasión de tierras en La Blanquita, comunidad de Trancoso, que lideraba como activista. “Yo escuchaba los gritos de las marchas”, -recuerda-.

Otros internos, éstos con sentencias largas derivadas de la comisión de delitos como el homicidio y que nada tenían que perder, también se agitaban con los sonidos de la gente libre que afuera reclamaba el regreso a las calles de Rivera Trejo.
–“Si quiere también empezamos un movimiento aquí”. Alguien le ofreció, con la intención de propiciar su salida.

En torno del penal que tenía su sede donde ahora se encuentra el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez,- continúa la narración-, se apostaban policías, y para ajustar, porque no había los que el gobierno creía eran los necesarios para vigilar el sitio, se agregaban “tránsitos”, todos armados.

“Aquí va a haber una terrible matazón”, reflexionaba el joven activista al tomar en consideración el ofrecimiento de sus compañeros de reclusión.

A esta experiencia se suman muchas imágenes visualizadas ahora como recuerdos de una época que encuentra en la conmemoración de la fundación del Frente Popular de Zacatecas (FPZ), en enero de 1974, su anclaje.

Entre ellas, muchas en las que ubica “la mística” de  servicio que caracterizó a los estudiantes que como él participaban en la organización:  largas caminatas de entre cuatro y siete horas para hacerse llegar a una comunidad donde se celebraría una asamblea con los campesinos a horas de la madrugada, “poner de nuestros bolsillos” para solucionar la comida de los compañeros y la realización de  marchas que desde los municipios Villa de Cos, Fresnillo o Villanueva llegaron a dirigir sus contingentes formados por hombres, mujeres y niños, hacia la capital.

El docente lleva la memoria hasta la sede del Hospital Civil. El pasante de la carrera de Medicina, Carlos Reveles Delijorge y algunas enfermeras en acuerdo con una decena de jóvenes universitarios “sacábamos a los enfermos y hasta muertos” por la noche, en los casos en que la gente no tenía capacidad para pagar los costos generados por la atención médica ahí recibida.

En la retención de un cadáver que no era entregado a sus deudos por cuestiones económicas “veíamos una injusticia”.

Todo esto, es señalado por Arturo Rivera como “una confluencia de un movimiento que hizo temblar a Zacatecas”, mismo que modificó fundamentalmente la estructura agraria del estado, al hacer productivas tierras, antes concentradas en pocas manos y que eran en muchos casos sólo nopaleras.

Los estudiantes universitarios de los 70

Acerca de los antecedentes sobre los que se asentó este proceso visto desde la comunidad estudiantil, el economista recuerda a una universidad naciente (1969), donde los profesores buscaban los espacios más por cuestión de prestigio que por vocación,  la mayoría de ellos a la par, funcionarios públicos. El ambiente de aquellas aulas era más bien autoritario, dice.

Y la recién nacida Federación de Estudiantes Universitarios de Zacatecas (FEUZ) controlada también desde Gobierno del estado y encabezada por el hijo de José Isabel Rodríguez Elías, titular del Ejecutivo en ese momento, se encargaba más bien de organizar “las perradas”, -especie de novatadas estudiantiles que incluían vestir a los preparatorianos varones de mujer y raparlos-; organizar corridas de toros, o promover reinas de gracia y belleza. “Era la frivolidad y la cursilería”, expresa.

La llegada de René Lara Ramos a su presidencia, estudiante de izquierda quien ganó la contienda contra Antonio de la Torre en 1970, fue otro signo de cambio. Los jóvenes incursionaron entonces en la asistencia a colonos y comerciantes de la periferia de Zacatecas.

Estos momentos previos a la creación del FPZ también están marcados por la actividad de los círculos de estudio. Y el hálito que desde Latinoamérica llegaba de las luchas de la guerra de guerrillas, desde Argentina, Brasil, Colombia, y por supuesto la Revolución Cubana. Más cercano y entrañable se había vuelto el Movimiento Estudiantil del 68 y sus ecos.

“La Cueva”, una casa estudiantil ubicada sobre la avenida Guerrero en la capital del estado, ya reunía entre otros a Luis Medina Lizalde, Miguel Ángel González, Heliodoro Flores, Amalia García y Ricardo Reyes Mata, El Rusti. Este último al que destaca de sus recuerdos por su generosidad en compartir materiales de lectura. 

“La Nopalera” le sucedió como espacio de estudio y formación, -era un lugar avecindado a la conocida cantina Las Quince Letras-.

Pasaban por manos de los universitarios, textos de Marta Harnecker, Lenin, Carlos Marx y materiales procedentes de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), luego conocieron las obras de Mao Tse Tung.

Rivera Trejo tuvo acceso también a revistas como Por qué y Política, que editaban Jorge Menéndez y Manuel Marcué Pardiñas, respectivamente, y que llegaron a ver prohibida su distribución.

Al consolidarse el Frente Popular de Zacatecas, con Jesús Pérez Cuevas en el liderazgo, los jóvenes dirigieron su actuar a la resolución de problemas concretos.

La organización, refiere como una autocritica, “no tuvo una escuela de cuadros”, cosa que sería uno de los factores que entre otros habrían implicado la debacle de esta “mística” que muchos de los entonces integrantes del Frente Popular de Zacatecas, refieren como cualidad de sus activistas.

“Esto no lo atendió el Frente y degeneró en una debilidad” ya en la década de los 80. Algunos de los campesinos se trasladaron luego a organizaciones oficiales.

La aparición en escena de la posibilidad de que la izquierda se sumara a la vía electoral, fue otro factor que golpeó lo que antes era una participación generosa que se hacía fuera de la intencionalidad de hacer “carrera política”.

La lucha sigue

El Frente Popular de Zacatecas se actualiza en la continuidad que le ha dado la labor de Leticia Torres Villa. Y muchos campesinos todavía lo llevan en la memoria, dice.

La necesidad de que “las izquierdas” confluyan ante la persistencia de “los problemas que motivaron la lucha de los 70”: el hambre, la migración, el desempleo, el problema de la marginación social y un nuevo proceso de concentración de la tierra; agravados por el de la delincuencia, “nos llevan a que la gente tenga que organizarse nuevamente”.

El marxismo también sigue teniendo vigencia en algunas cosas. La contradicción entre capital y trabajo es evidente, -dice-.

Hoy sin embargo, se han añadido “banderas nuevas” a la lucha: la equidad de género, la defensa medioambiental, de los derechos de la niñez y los ancianos, y el respeto a la dignidad por el trabajo, “una lucha por nuevos paradigmas que la izquierda debe entender”.

El Movimiento Social Mayo 29 (M29), que integran entre otros, el propio Arturo Rivera Trejo, Mateo García Bazán, Laura Rodríguez Cervantes, Alfredo Delgadillo, Víctor Oliva y Miltón Villagrana; todos activistas en aquella época, celebrará en el teatro Calderón el 40 aniversario del FPZ este 24 de enero a las 17 horas.

En él se ofrecerán testimonios, la presentación de un material bibliográfico, una exposición fotográfica y la intervención de miembros originales del emblemático Huayrapamushka de la UAZ, mismos que se encargarán de traer al presente el lenguaje musical que animó aquella lucha.

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