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martes, 23 abril, 2024
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Historia y poder (cuarta parte)

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Sin duda alguna el máximo referente de la historia Zacatecana lo es el ilustre don Elías Amador Garay y quien con su Bosquejo Histórico de Zacatecas es una de las armas de lectura y conocimiento que la juventud zacatecana tiene para entender el prodigioso desarrollo de su memoria histórica.

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Don Elías Amador tuvo 25 hijos con dos esposas, tres con la primera y 22 con la segunda, devoto ferviente de las congregaciones religiosas protestantes, sin estudios académicos que lo avalaran, fue un estudioso fecundo autodidacta, periodista colaborador en diversos periódicos de la época, nacido en 1848 un 16 de marzo, falleció a los 69 años en 1917, siendo reconocido por propios y extraños, con un largo historial en pro de la historia y las letras zacatecanas.

Su vida no fue nada fácil, en medio de un ambiente donde las constantes asonadas militares y rebeliones mineras y campesinas, guerras fratricidas e invasiones extranjeras que asolaban su patria chica, en un contrastante estado donde la pobreza y la riqueza se unían en parámetros aterradores, don Elías fue ejemplo de austeridad y decoro, asumiendo siempre una curiosidad con espíritu de investigación verdadera: hacer el acopio más frenético de la insólita historia de la conquista española en tierras zacatecanas.

Admirador de Benito Juárez, tomó partido con el general Jesús González Ortega de manera activa, a tal grado que en una de las incursiones juaristas a la ciudad él mismo empuñó un arma para derribar estatuas de piedra que estaban postradas en la Iglesia de San Francisco. Detestaba el fanatismo religioso.

Su legado histórico despertó simpatías pero también el rechazo seglar de la pudiente jerarquía católica que le seguía apostando, aún en 1892,- año en que salió la primera edición de sus dos tomos de su bosquejo-, a la permanencia de su legado colonizador y al pleito por los postulados liberales en el rito mexicano de la masonería, al que el orgullosamente pertenecía y alentaba.

Fundador de bibliotecas, logró desde 1884 catalogar más de 25 mil libros con que contaba la legendaria Biblioteca Pública, rescató documentos valiosísimos que le sirvieron como alma de sus investigaciones, en muchos casos se halló en penosas condiciones pecuniarias, aun así, lograba salir adelante, a pesar de haber sido funcionario en diversos cargos, como regidor, diputado suplente, director de hospicios, secretario del ayuntamiento de su natural Villa de Cos, archivero, poeta, etc.

Fue asimismo objeto de reconocimientos nacionales y en el extranjero, siempre sorprendiendo a los estudiosos de la historia con sus revelaciones y hallazgos, tales como sus Algo sobre el antiguo Chicomoztoc o Siete cuevas y Un panteón indígena en sierra mojada, que despertaron gran interés en el Museo Nacional de Antropología y Etnología, el Congreso de Americanistas, además de que fue premiado por Los caudillos de la independencia ante el patíbulo, también de su autoría.

Sin duda un gran zacatecano y mexicano universal, ejemplo de dinamismo, terquedad y un gran talento y solidaridad humana con las tumultuosas y singulares naciones indígenas que cohabitaban este suelo zacatecano, amigo sencillo de intelectuales, gobernadores y gente del pueblo, estudiantes y aficionados a la historia, en cuyos renglones luminosos también está como artífice de un buen ejemplo. ■

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