¿Son necesarios los gastos para combatir la corrupción? Basta percibir la diferencia positiva entre costos y beneficios para darnos cuenta que son una inversión altamente costeable, y que no hacerlos puede traer como consecuencia que tengamos grandes pérdidas. Y como la política más efectiva contra la corrupción es la transparencia, significa que bajar su presupuesto nos puede salir muy caro.
En suma, disminuir el presupuesto en transparencia significa imponer altos costos a la sociedad, lo que puede tener sólo dos motivos: la falta absoluta de visión de gobierno, o la decisión de evitar el combate la corrupción; en el primer caso, implica que estamos ante gobiernos inútiles, y en el segundo caso estamos ante practicantes de corrupción que se auto-defienden. Y ambas cosas son malas.
¿Cuáles son los costos de la corrupción? En términos económicos, existen las diferentes aproximaciones: respecto al PIB nacional se calcula 10 por ciento anual, lo cual es una cantidad inmensa, es cosa de compararla con lo que se invierte en renglones estratégicos del desarrollo del país. En ciencia y tecnología se invierte 0.4 por ciento de recursos equivalentes al PIB, a la educación se le destina menos de 8 por ciento que recomienda la Unesco; de recursos fiscales, recaudamos en México poco menos de 11 por ciento para constituir el ingreso público de un año, etcétera.
Como podemos ver, es una cifra inmensa. Pero si desglosamos un poco este monstruo, los cálculos siguen siendo alarmantes: se gastaron más de 10 mil millones de pesos en mordidas, el equivalente de 7 por ciento de los ingresos de las empresas en pagos ‘extraoficiales’.
Pero no hay costos económicos directos solamente, sino costos en bienestar social: los desvíos de la inversión en infraestructura pública, en mejoría de la educación y los servicios de salud, la manera en que los desembolsos en corrupción impactan en las percepciones salariales, en las políticas ineficaces de seguridad que a su vez impactan en forma determinante en la economía, la evasión y elusión de impuestos y sus consecuencias en la falta de financiamiento de los múltiples proyectos de desarrollo social y combate a la pobreza, y las innumerables distorsiones sociales que genera el desvío de recursos públicos a manos particulares.
Como podemos ver, los costos económicos y sociales de la corrupción son muy altos.
Por tanto, los bajos presupuestos en combatirla son, por lo menos, sospechosos. No es gratuita comparación entre el desigual desarrollo entre Suecia y Rusia: una de las causas del estancamiento del desarrollo de Rusia es justamente sus altos niveles de corrupción; y por el contrario, uno de los motivos del buen desarrollo humano de Suecia, son sus mínimos niveles de corrupción. En México y Zacatecas debemos enfrentar la distorsionada y negativa economía de la corrupción, manteniendo y compartiendo las dudas sobre los motivos de los recortes presupuestales en esta materia.
