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miércoles, 24 abril, 2024
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Bordando ideas sobre un modelo educativo posible (cuarta parte)

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Por: RICARDO BERMEO •

Replanteo –aquí- una encrucijada, o “gran bifurcación”, para después, continuar bordando y profundizando el análisis sobre elementos centrales del “giro neoliberal” de la Reforma Educativa (que constituye un “ajuste local”, de tendencias internacionales). Procurando pensar desde dentro el malestar generalizado entre el magisterio –que cobra diversas formas-, y, el desacuerdo político, como “marcadores” de importancia crucial para “pensar lo que hacemos y saber lo que pensamos” ante las alternativas en conflicto.

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En los apuntes o notas -en las ideas bordadas- mencioné, entre otros aspectos, el proverbio africano… “Para educar a un niño hace falta la aldea entera”, considerándolo “útil” para marcar diferencias, entre la sociedad escolarizada actual, y un modo de organización social distinto del actual, (no la del “fin de la era escolar”, tesis de Iván Illich; es necesario trabajar más sobre ella).

Esta referencia, en función de los cambios radicales que implicaría, nos exige comprender las formas en que la educación se encuentra inextricablemente entretejida con el conjunto de tendencias, elementos -o factores- de la mundialización efectiva del capitalismo; uno de cuyos componentes esenciales es el jugado por la economía-mundo contemporánea, cuyo “rol monstruoso” no logramos percibir-colectivamente- con claridad (aunque el rey pueda ir -ya- desnudo). Lo podríamos decir, en clave nacional, las diversas reformas estructurales, hacendaria, de comunicaciones, energética, etc., y, también, la educativa, están “globalmente articuladas”, responden a un proyecto, son parte de un mismo diseño, de corte neoliberal, aunque tendríamos que evitar, como la peste, la excesiva simplificación, que al presentar una mala caricatura, termina haciendo un flaco favor, a la exigencia de mantener la coherencia de nuestro pensamiento, debilitando, en lugar de fortalecer –razonablemente- la oposición a un orden que consideramos, mal diseñado, injusto.

Denunciar; desobedecer; construir: esos tres componentes de “una oposición que se oponga”, tiene ejes transversales. Una estrategia de educomunicación, que logre desmontar las narrativas presentadas desde el mainstream mediático, “pedagógico”, etc., con sus múltiples y capilares afluentes. Educomunicación, para engendrar nuevas significaciones, que, encarnadas en instituciones, nos permitan, avanzar, descubriendo/inventando/ creando, las escuelas que queremos, la educación por la que apostamos.

Escuelas -y educación- que tendrían –también, entonces- esa adherencia, articulación, correspondencia, con un proyecto social global (antinómico)…“Zacatecas en el amor del tiempo”. Con una nueva paidea (afectos -philia-); afirmaríamos así -paso por paso- la construcción -en positivo- de modos de existencia verdaderamente “sustentables”.

¿Cómo dar alas a nuestra imaginación “educadora” para tejer esa “corriente alterna”? Venciendo la inmensa “densidad”, del “sentido común” (del “imaginario social” dominante) cotidianamente construido, que legitima –“naturaliza”- el orden existente, como si fuera el único posible, a través de mil y un mecanismos, con cuya urdimbre compleja, se estaría sistemáticamente realizando la reingeniería (capitalista) del tejido social. Y aquí vale la pena señalar –una vez más- a los medios de comunicación masiva, éstos juegan un papel esencial, a través de los procesos de subjetivación con los cuales “fabrican” aquello que llegamos a considerar como “más real que la realidad”; los marcos mentales con que damos sentido a lo cotidiano, y a lo excepcional.

Bastaría pensar, por ejemplo ¿qué sabemos en la “sociedad que somos” de la catástrofe de Fukushima? Para evidenciarlo. En otras palabras, los “Amos de la Significación” (los massmedia, son un vector), estarían estructurando socialmente el sentido de lo que es “bueno” -y de lo “malo”-, de lo que debe entenderse como “normal” y de lo que debe ser considerado “anormal”.

Incluyendo el “juego” (desplazamientos) de esas fronteras. Un ejemplo, se acepta la homosexualidad (progresismo), pero se criminaliza la protesta social (regresión).

Y todo ello es posible en la medida en que interiorizamos, sin cribarlos, sin críticas, invistiéndolos (afectivamente), los valores y los fines, socialmente impuestos.

Desembocamos, así, en la extraña situación actual, donde una parte mayoritaria de la población, puede llegar a considerar como “aceptable”, incluso deseable, lo que deberíamos considerar de un modo firme -sin transigir, en lo fundamental- como absolutamente inaceptable, como una definitiva perversión de lo que (razonablemente) es conveniente… “desde el punto de vista de la humanidad”.

Aunque el imaginario social hoy dominante, no exista sin “contestación”, sin luchas, sin importantes esfuerzos para la construcción de alternativas “robustas”, efectivas, bordadas –punto por punto- desde otra creación cultural, un orden de sentido basado en un nuevo imaginario democrático real ¡ya! Me interesaba recapitular esta encrucijada, entre la actual hoja de ruta, la del mito del desarrollo basado en el crecimiento ilimitado, “responsable” directo de la tragedia planetaria previsiblemente “irreversible”, mientras eclosionan los “neototalitarismos” a diestra y siniestra; Y aquella, ligada al cambio efectivo de ruta, a la construcción desde un polo -antinómico-, del camino en/para/desde un “futuro anterior”, ir dando formas a nuestro mundo común.

Esta “gran bifurcación” es el criterio de análisis que propongo, para pensar la educación, para construir la escuela (y la universidad) que queremos. ■

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