En la primera tarea relacionada con la Reforma educativa el resultado es fallido. El gobierno de Peña Nieto no logró poder informar con precisión a la sociedad sobre cuantas escuelas, maestros y alumnos existen en el nivel básico en todo el país. Fiel al perfil y estigma con el que llegó, el representante del Poder Ejecutivo inculto e ignorante, ha salido reprobado una vez más. La educativa forma parte de la serie de reformas llamadas estructurales, que según el slogan propagandístico del actual sexenio, cambiarán y pondrán a México en movimiento, tienen como signo el ser incompletas e imperfetas, en función que obedecen a los intereses de los poderes fácticos que deciden en este país. La Reforma Educativa en particular, fue empujada para que se aprobara en acatamiento a los designios del Banco Mundial y de la OCDE por parte de la presión externa y de la organización empresarial, Mexicanos Primero. Quienes dictan la política en México vienen pugnando por que la educación forme sujetos disciplinados, eficientes bajo la divisa de la calidad formados en competencias, siguiendo la lógica empresarial, este enfoque tecnocrático va en detrimento del espíritu y filosofía humanística que debe guiar a la educación, más aun a la pública. Desde el sexenio pasado la organización liderada por el expresidente de Televisa, Claudio X. Gonzáles, que defiende los interés de la iniciativa privada que buscan la privatización de la educación, ha venido insistiendo en la necesidad de eficientar y racionalizar los recursos públicos que se gastan en educación. A través de medios como Televisa y el periódico Reforma uno de los temas en los que más han insistido es en saber cuántos maestros integran la plantilla pagada con la nómina de la SEP y de éstos cuantos trabajan realmente en las escuelas y cuantos cobran fuera de los planteles en calidad de comisionados por el SNTE u otras dependencias públicas de los diferentes niveles de gobierno. ¿Cuántos, se han preguntado con insistencia machacona, cobran como aviadores? Con la iniciativa y posterior aprobación de la reforma educativa peñanietista se le dio gusto al organismo cúpula que representa los intereses de la clase empresarial. Desde el primer día en que el presidente de la Republica asumió el cargo anunció y dio la orden a su secretario de educación, Emilio Chuayffet, “el duro”, también metido a filósofo, que diera cuenta del número de escuelas, maestros y estudiantes existentes en el nivel básico. Con el auxilio del Inegi, el ministro de marras puso como plazo el mes de diciembre para entregar cuentas sobre la encomienda que se le solicitó. Pero resulta que los números no correspondieron a la realidad, nomás no cuadran, porque un buen número de maestros identificados con la CNTE principalmente Oaxaca en pleno por delante y no pocos padres de familia se opusieron a ser contados. Pues ven en el levantamiento del dichoso censo como un instrumento más de fiscalización y control de los maestros por parte de las autoridades, para ejercer medidas represivas sobre ellos. No faltaron entre las filas disidentes quienes arguyeron el argumento de que el censo resultaba innecesario pues las autoridades educativas de los estados y la propia SEP como patrones de los trabajadores de la educación deberían saber quiénes son y donde trabajan y cuanto les pagan, pues son ellos y no otros quienes los contratan y manejan las altas y bajas de las plazas que dependen del presupuesto educativo. Argumento que es o debería ser del todo cierto. De lo contrario, no hacen o han estado haciendo mal su chamba. O, ¿acaso las burocracias que administran la educación son una partida de ineptos e incapaces? ¿O es quizá la burocracia y la corrupción en el manejo discrecional de los presupuestos en los estados destinados al gasto educativo, los causales de saber y encubrir plazas y sus dueños y sedes de establecimientos para compartir parte de la tajada? Las cifras que arrojó el censo cuyo plazo para saber sus resultados se fijó para diciembre, dadas a conocer en diversos medios los días previos a las vacaciones de Navidad, al ser incompletas, no fueron del todo satisfactorias. Dichas cifras, “preliminares”, establecen que en 24 mil centros escolares hubo impedimentos para aplicar las encuestas, En Guerrero por los efectos de las lluvias tampoco se pudo hacer el trabajo, pero sorpresivamente se encontró que 460 planteles no existen. Algo ha estado fallando en los reportes y estadísticas y en la “talacha” que debería hacer los supervisores. En otros casos por problemas de seguridad no se pudieron censar. Fueron 157 mil lo maestros de 13 estados los que se opusieron al levantamiento del censo dando como corolario que éste se aplicó sólo en 90.5 por ciento de los centros escolares. Total que se sigue sin saber ¿cuántos son los maestros que laboran en el sistema educativo nacional en su nivel básico. En Zacatecas puede decirse que la resistencia fue casi simbólica, pues se informó que nada más fueron 14 escuelas que se opusieron al censo. Este arrojó lo que ya aproximadamente se sabía: que en la entidad laboran 28 mil docentes que imparten clases a 362 alumnos. Aquí se puede decir que no hacía falta aplicar el censo, pues, al parecer los funcionarios sí han cumplido más o menos con la tarea.
Por angas o por mangas, todo lo anterior da como conclusión que en la primera de las tareas de la Reforma Educativa aprobada el año que expira sobre todo a nivel nacional, gobierno y autoridades educativas han reprobado el primer examen. Veremos cómo le va en los siguientes.
