Pobre señor Peña Nieto, qué vergüenza ver los hilos de su actuación en manos de los ricos del pacto por México y si se inclina a sus dictados está en peligro de portar, sin orgullo nacional, la investidura presidencial de México, obtenida por cierto, según leyes electorales obsoletas que sin una segunda vuelta, con relativos pocos votos facilitan a la clase dominante destrozar al país en perjuicio de los mexicanos, todos, por ejemplo, al continuar el despojo de patrimonio nacional mediante la apertura a las compañías extranjeras, hoy habilitadas por una mayoría mecánica que sin argumentar ni discutir, como si fuera tiranía, aprobó sin chistar la iniciativa energética enviada por Peña Nieto que abre legalmente a la iniciativa privada la posibilidad de apropiarse renta petrolera, vía compañías extranjeras.
El voto de dichos representantes no implicó la consulta a sus representados, sus electores, que igual serán despojados parcialmente de la riqueza petrolera por compañías privadas sobre todo extranjeras. ¿Por qué en cambio no reconstituyó a instituciones como el Instituto Mexicano del Petróleo, cuya potencia científico técnica se desmanteló en aras de un neoliberalismo que traería como mercancía a México la ciencia y tecnología que ahí se producían, sin respaldar su consolidación y desarrollo nacional? Ni siquiera se miró hacia otros lugares como Brasil, antes apoyado por México en rubros relativos a la explotación de sus hidrocarburos, ¿en aguas profundas?
Para los especialistas, la apertura energética pone en riesgo a Pemex, al país y a su viabilidad global, al confrontar una inminente escasez de recursos por parte de la población, que sin un asistencialismo oficial, ágil y efectivo, quedará expuesta a los riesgos, los conflictos internos y sufrirá los efectos de una espiral de endeudamiento que puede generar riesgos y ataques permanentes a la seguridad interna, erosionando hasta la independencia nacional.
Los acreedores privados y públicos, hasta los del pacto por México, querrán cobrarse y cobran con posiciones, tasas establecidas y plazos perentorios, los favores prestados al señor Peña Nieto. ¿De qué se valieron para tal atraco? De ninguna novedad, les bastó continuar y acelerar la misma manipulación de medios con la que se robaron la presidencia para su viejo cliente, Peña Nieto.
El neoliberalismo, sin empacho, asume rostros nacionales para depredar cuerpos y mentes, en donde sea y en dónde se dejen. Los primeros a seducir por su poder fueron los riquillos del Pacto por México. Antes, ¿crearon ellos mismos, vía el duopolio televisivo, la trayectoria e imagen de Peña Nieto? Imagen a la que hoy dan consistencia y son “el alma” que agita el alud de comerciales con la pretensión de “mover” o atar las almas de los mexicanos, en el mismo tono y rumbo.
En auténtica invasión, creación y modulación de mentes, consiste “mover a México” y ponerlas al servicio de los planes redundantes, del pacto por México: explotar sin límites a los mexicanos. ¿Sucedió algo distinto a la descripción anterior en la pasada asamblea nacional del PRI? Ahí se vio que mover a México consiste en degradarlo al nivel de la estupefacción. Retraído a otro nivel, lo mencionado: el que se mueva o hable, desaparece hasta de la foto y esa multitud en el auditorio, ¿estuvo acantonada por la obediencia y por el miedo o por el fervor patrio y a Peña Nieto, dispuesto a vender la patria y el patrimonio de los mexicanos, según parece, al mejor postor? Él mismo, Peña Nieto, ¿es esclavo de los pactistas y el pacto? Pobre México, el neoliberalismo cada día devora sus entrañas.
¿Quién es el guardián, el cancerbero de Peña Nieto, presto a impedir que se aparte un milímetro de ser ejecutor ejecutivo de dicho plan? El señor Videgaray, por supuesto, ungido ¿desde el centro neoliberal? para acotar a Peña Nieto en todos los sentidos financieros con la disciplina astringente del multicitado modelo neoliberal, que, según la ley, gobierna con votos emitidos por la ciudadanía y al contar con el aval formal ciudadano, a pesar de lo general minoritario se muestra como democrático y con la ayuda de los medios convierte eso en racionalidad política, no sólo económica.
El origen de esa tragedia nacional, representada como existencia política y social, radica en que nosotros mismos somos una construcción política de los medios de comunicación, privados o públicos, condición básica para gobernar.
¿Cuándo se reconvino o increpó realmente, a Peña Nieto por los monederos electrónicos emitidos a su favor? ¿Cuándo el IFE lo amonestó o se movió con fuerza para legislar la segunda vuelta, a excepción del consejero Córdova Vianello y algún otro? La hipótesis – posibilidad temida era que Andrés Manuel López Obrador ganara en la segunda vuelta.
De entonces a ahora AMLO insiste en constituir a Morena como partido político, para aglutinar fuerzas políticas que gravitan en su entorno, sumadas a las independientes y tradicionales de izquierda, ¿cederán para ser alternativa de futuro? ■
