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viernes, 19 abril, 2024
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Con motivo de la época

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Por: ALFREDO SALAZAR DE SANTIAGO •

El último mes de este 2013 está aquí y como llegó está terminando. Es tiempo de reflexionar sobre lo ocurrido durante estos doce meses y hacer un alto en el camino, analizar lo realizado por todos y cada de nosotros, pensar en sí lo que planeamos lo logramos o si volvemos a retomarlo para el año siguiente. La época de la Navidad y la proximidad de un año nuevo representan el momento de reencontrarnos con nosotros mismos y buscar el cobijo de los seres queridos, dando y recibiendo lo que se cosechó, logrando con ello fortalecer los lazos de unión, fomentando los sentimientos y valores inculcados en la familia.

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Todo ello motiva a ser mejores seres humanos, a darse cuenta de lo importante que es estar unidos para enfrentar lo bueno y lo malo.
Sin embargo, el último mes del año no solamente promueve los estados anímicos vinculados con la Navidad, sino que permite reflexionar como espacio ideal para la analizar los ciclos que se cierran y visualizar otros que pueden comenzar.

Es precisamente lo que hace que muchas personas formulen nuevos objetivos para un año venidero, buscando transformar, enriquecer y poder mejorar ciertos aspectos de la vida misma. Dichos objetivos se derivan de un proceso de análisis que se presenta de manera natural, cuando se deja atrás un año para abrirse a lo que depara el siguiente. Es como un paradero que, al margen de un tráfico habitual en que se encuentran atareadas e inmersas las personas en un sin número de actividades, permite replantear propósitos y reflexionar acerca del rumbo que lleva la propia vida en términos generales.

Es por ello que este hecho es una pausa de gran relevancia, especialmente si se considera que ordinariamente se vive, por decir, en “piloto automático”, en el sentido de que la vida es como un barco que sigue su curso de manera decidida pero también, a veces, por inercia. Ese breve respiro de fin de año, gracias al cual se logra realizar un ejercicio de introspección y preguntarse a sí mismo acerca de la realidad y de las posibilidades futuras, se convierte entonces en el comienzo de un proceso potencialmente perdurable de crecimiento.

Dicho en otros términos, es de un proceso de autoanálisis e introspección de esta naturaleza de donde surgen nuevos proyectos capaces de materializar los propósitos más profundos y positivos de una persona. Sin embargo, no siempre se toma el tiempo para sacarle el mayor provecho a la pausa de fin de año.

En ocasiones, los compromisos sociales ocupan toda la atención e impiden entrar en contacto con esa parte reflexiva e íntima del interior. Por lo que se debe buscar el momento para realizar un ejercicio introspectivo, ya que puede representar e incrementar de manera importante las posibilidades de cosechar éxitos y satisfacciones en los proyectos de vida, ya que permite ayudar y encaminar los esfuerzos para precisar prioridades.

Es en este contexto que se puede afirmar que la introspección como proceso humano no es sólo un proceso reflexivo y cerebral, sino que se ve involucrada la totalidad del ser. Con base en esto, el espíritu navideño saca a relucir lo mejor de las personas, esto se debe aprovechar para que con ese estado de ánimo permita potenciar todas las mejores cualidades de que se goza como seres humanos.

Al ponerse en contacto interiormente como personas dentro de los procesos de introspección, es posible aproximarse a esa parte de ser que, con frecuencia, tiene la respuesta a las preguntas que inquietan, dando asimismo acceso a virtudes y cualidades que usualmente no se despliegan al máximo.

El aspecto social y familiar que rodea a las personas no debe descontextualizarse de esa introspección de la que se comentó. Esta época característica del fin de año consiste en establecer una comunicación profunda con los seres queridos, aprendiendo a conocerlos mejor. La sensibilización que se experimenta y vive en épocas navideñas debe servir para que las personas aprendan a percibir las necesidades de los que las rodean, generando un sentimiento de hermandad por todos los semejantes.

Por todo lo anterior para muchas culturas la navidad es un momento de paz donde hasta los enemigos parecen obligados a concederse una tregua, creándose un espíritu de solidaridad y cooperación. Esto puede pensarse como algo idealista, romántico y poco realista de la vida; quizá se tenga razón en pensarse de esta manera, pero eso es lo que la navidad logra hacer, una ruptura en que la buena voluntad, afinidad y generosidad dejan de ser excepciones y se vuelven reglas de convivencia diaria. ■

Felices fiestas navideñas y un mejor año 2014.

*Secretario de Gobierno del municipio de Zacatecas
[email protected]
@AlfredoSdS

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