En la sociedad actual la información es sustancial. La estructura de los procesos comunicativos en la sociedad define las formas del dispositivo más importante de organización y estructuración de la sociedad: el poder. Si atendemos a Manuel Castells, diremos que “el poder es la capacidad relacional que permite a un actor influir de forma asimétrica en las decisiones de otros actores de modo que favorezcan la voluntad, los intereses y los valores del actor que tiene el poder”.
El poder no es un atributo, es una relación que actúa y tiene un mecanismo que depende de la legitimidad, del consentimiento de las personas. Y la legitimación es un asentimiento común de una idea, o una acción, o una creencia, las que son formas de hacer cierto consenso en los significados sociales: la legitimación es un significado compartido.
Así, los procesos comunicativos se convierten en una fuente privilegiada del poder, porque tienen la función de crear y extender en la sociedad significados compartidos.
Ahora bien, en la comunicación, el medio es fondo: la forma de organizar el proceso comunicativo es co-extensivo con el contenido del mismo. Por tanto, si los medios son privados o controlados por el Estado, no podemos esperar que formen un espacio público que, por definición es plural y crítico.
Si atendemos tres espacios, el mercado, el Estado y la sociedad civil autónoma, resulta que el mercado sigue los intereses privados de los dueños, así que no esperemos que a los concesionarios de los medios privados de comunicación les interese la crítica o fomentar el pensamiento, su interés central es ‘no meterse en problemas y lograr buenas ganancias’.
Al Estado le interesa ‘su gobernabilidad’, tener un nivel aceptable de control social. Por ello, de ninguno de esos dos sectores podemos esperar un esquema de comunicación autónomo, libre y crítico. Es la comunicación difundida por los medios públicos en manos de la sociedad donde mejor podemos poner las esperanzas del fomento del pensamiento plural y la crítica.
En México, el dominio de la comunicación de masas está en manos de empresas de televisión y radio concesionadas a empresas privadas; proyectos de comunicación lejos del pensar y de la recreación y dominados por el entretenimiento.
Es una aberración que canales de radio y televisión del propio Estado tengan una limitada difusión abierta, por lo que la sociedad debe asumir el objetivo de lograr medios a disposición del ‘espacio público’, un lugar donde no sólo surge la crítica, sino el pensar. Y pensar es preguntar sobre las respuestas a los problemas que nos tienen en la pobreza y la miseria económica y educativa. Y preguntar es buscar. Por tanto, pensar es el buscar auténtico de las preocupaciones sociales.
Si todo esto es así, significa que lograr que existan mucho más medios públicos en manos de la sociedad civil, es un objetivo clave en estos tiempos de oscuridad en México.
