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jueves, 28 marzo, 2024
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De los medios y las protestas

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

¿Qué hizo posible la libertad del maestro Alberto Patishtán?, ¿qué hizo frenar los bombardeos contra los zapatistas en aquel enero de 1994?, ¿qué liberó a una maestra veracruzana acusada injustamente de tráfico de drogas? ¿Qué hace a la justicia actuar en este país donde apenas 1 por ciento de los delitos son castigados? ¿Qué frena la discriminación y hace surgir el apoyo social en condiciones de tragedias sociales y desastres naturales si no la presión social?

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La diferencia entre un funcionario atento, que escucha los reclamos sociales a uno prepotente que pasa de largo frente a quien tiene algo que decirle, la pone una grabadora, una cámara, un periodista. La presencia de un medio de comunicación obliga a servidores públicos a dar respuestas a quienes pagan su salario, y a estos últimos, en ocasiones hasta les salva la vida.

Conscientes más quizá que los mismos medios de comunicación, quien tiene una razón para protestar busca la manera de hacer escuchar sus palabras a través de ellos.
Así, un grupo de mujeres de izquierda que cercaron el Senado de la República hace días con calzones y carteles que dicen “Peña Nieto, las mexicanas sí tenemos calzones para defender el petróleo”, y lo lograron, estuvieron en La Jornada del día de ayer. Hoy miércoles 4 de diciembre, muchos se les sumarán a dicha causa.

Las mujeres miembros de la organización FEMEN por su parte, acostumbran protestar topless, es decir, con los torsos desnudos, y según artículo de Gisela Pérez de Acha en Sin Embargo lo hacen de esta manera pues critican que “en la sociedad, el cuerpo femenino se ve como algo esencialmente erótico. Enseñar las tetas es pedir sexo a gritos, y enseñar el pezón es aún peor. Mientras un hombre puede estar con el torso desnudo sin ser considerado sexual, el pezón de una mujer es censurado porque es automáticamente erótico. FEMEN cuestiona esta visión al dotar a las tetas de una voluntad política.” (Texto disponible en http://www.sinembargo.mx/opinion/24-11-2013/19392)

Hace un año, la organización Bordando por la paz exhibió en la Avenida Juárez frente a la Alameda en la Ciudad de México, más de tres mil pañuelos bordados a mano con el nombre y la historia de los muertos en la guerra cruenta que inició Calderón. La acción fue difundida modestamente por algunos medios de comunicación. Ni lo pacífico ni lo poético ni lo laborioso de la protesta ganaron para los manifestantes ni la mitad de reflectores que logra un joven con bomba molotov en mano.

Así sucede también con los bloqueos, cuando los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación bloqueaba las vialidades para acceder al Aeropuerto internacional de la Ciudad de México, recibían la atención mediática y política que permitía negociación; sin embargo, cuando en el mismo lugar, sin molestar a nadie, trabajadores de Mexicana de Aviación se pusieron en huelga de hambre, apenas lograban notas pequeñas en los medios de comunicación y eran ignorados olímpicamente por las autoridades.

Muchas protestas, más allá de buscar interlocución con alguna organización gubernamental, o con alguna empresa dictatorial, lo que buscan es dejar testimonio de dignidad, decir “aquí estamos”, para salvar el momento presente como dice John Berger. Así lo hicieron quienes el sábado pasado acudieron al Portal de Rosales a hacer un trueque de libros, a tocar blues, y a dejar en claro el apoyo a la 25 Feria del Libro que no fue, y que se convirtió en la “primera feria universitaria del libro Ramón López Velarde”, gracias al influyentismo prepotente y egoísta de algunos locatarios.

En un país en pleno despeñadero, las protestas son continuas, el periodismo crítico y profundo analiza las causas de las mismas, los factores que llevaron a la situación actual, y dan voz a todas las posturas. Los más simplones hacen notas faciloides de las afectaciones de las marchas, entrevistan al automovilista exasperado, al que se le hizo tarde para el trabajo, y el periodista se pierde en lugares comunes de quejas de vecindad; pierde el bosque por ver el árbol. Confunde el fondo con la forma.

Frente a ese periodismo hay que ser paciente y buscar las mejores vías de comunicación, no por ellos, sino por quienes se dejan influir por ellos. Eso sí, la renuncia a la protesta no es opción, pues aunque no nos vean ni nos oigan, “la esperanza no es la razón primera de que se efectúe la manifestación. La gente protesta porque no hacerlo es demasiado humillante, demasiado aplastante, demasiado letal. La gente protesta (monta una barricada, toma las armas, se va a la huelga de hambre, se toma de las manos para gritar o escribe) con el fin de salvar el momento presente, sin importar lo que traiga el futuro”: John Berger. ■

@luciamedinas

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