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viernes, 29 marzo, 2024
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¿Para intervenir el Pacto por México?

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Al iniciar el nuevo siglo se esperaba confluyeran resultados institucionales esperados como incrementos en bienestar y en desarrollo, mediante un operar político para avanzar en mejoras hacia el nuevo milenio. Al respecto, Arnaldo Córdoba refiere: “En el año 2011 dijimos que la región estaba en una década de paradigma distinto. América Latina disminuyó su pobreza de 44 a 28 por ciento, aumentó su participación en el mundo de menos de 5 al 8 por ciento, ha vivido una década sin parangón. Cerca de 50 millones de latinoamericanos pasaron a ser parte de la clase media, eso es aproximadamente un 8 por ciento de la población total de la región.” No obstante, ‘el secretario general de la OEA ha dicho en el Club de la Prensa en Octubre de 2013 que en América Latina hay “mucha democracia y poca institución”’. Síntesis de las debilidades del estado y de las demandas y expectativas que tiene la región.

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¿Por qué y cómo se gestó en América Latina durante la primera década del siglo 21 semejante paradoja: “mucha democracia y poca institución”? ¿Se puede disolver? Su apariencia global y sus lados son evidentes: “Los datos 2013 muestran una región próspera, cada día más educada, más demandante y más rica, a la vez que todavía una región con altos niveles de desigualdad. La prosperidad que trae consigo nuevas desigualdades.” Tal descripción percibe el déficit en la construcción de institución, al excluir lo fundamental: no puede haber construcción de la democracia, si con base en ella no se construye la institución primordial: la estatal, cuya operación aún es más excluyente que incluyente; aunque su carácter descrito en las leyes sí lo sea, su operar concreto, no lo es. Acaso esa es la razón de que la Cruzada contra el Hambre sea la transacción propuesta a la mayoría de la población como generador de apoyo político, hasta por omisión o simple “dejar hacer”, “dejar pasar”, para legitimar con el silencio, v. gr. La venta de Pemex, por vía de la enajenación parcial de la renta petrolera.

¿De dónde viene la incapacidad científico – técnica de Pemex para ser autosuficiente y la quimera de superarla mediante privatizaciones parciales? Si Peña Nieto y sus poderosos corifeos pueden bajar el precio de la gasolina, ¿por qué no hacerlo desde ahora? O es el caso del granjero, al que no sólo quieren quitar la leche sino llevarse a la vaca.

El desmantelamiento de la capacidad científico –técnica que tenía Pemex, fue una construcción institucional, al cercar y casi eliminar al Instituto Mexicano del Petróleo, mediante el operar político neoliberal y una incapacidad de respuesta a nivel masivo para evitar la privatización de ese servicio que viene ocurriendo de tiempo atrás. El Pronasol de Salinas de Gortari, fue moneda de cambio utilizada para acallar en la memoria colectiva todo cuestionamiento al remate y desmantelamiento del patrimonio estatal, dedicado a generar las compensaciones sociales requeridas para reproducir el control estatal del electorado nacional. Desde entonces, cerradas las tiendas Conasupo en beneficio de las grandes tiendas departamentales, sin mediar protesta, se entregaban despensas u obra pública comunitaria para arrebatar el voto.
Lo que para Salinas fue un éxito político, para los pobres y campesinos fue moneda de cambio para acallar el hambre. Sin superar los umbrales de pobreza, el objetivo gubernamental se cumplía, mantener viva a la población desvalida para que fuera a votar y tal vez renovar la ilusión de cambio, según fuera la elección a que se convocara. Tal dispositivo, ostensible o encubierto, de “democracia electoral” prevalece, ojalá con reglas más generosas para campesinos y pobres, y con exigencias políticas de mayor exigencia institucional por la multiplicidad de demandas generadas que hoy tienen estatus de derechos humanos, reconocidos incluso como mínimos de bienestar, bachillerato, medio ambiente y agua potable serían unos.

Si las autoridades no los atienden o se sustraen al cumplimiento, podría ser por un déficit de ciudadanía o por la forma institucional de confrontar la paradoja, “mucha democracia y poca institución”. ¿Con qué parámetro generativo potenciar políticamente a la ciudadanía para sensibilizar a la autoridad o para fortalecer e impulsar su operar mediante la obtención social de incrementos en complejidad de todo tipo, económico, político, cultural? Sin duda, se requiere de lo uno y lo otro para operar con democracia y a la vez incrementar la complejidad de la institución gubernamental, por ejemplo, al invitar y escuchar propuestas de otros actores como el Centro de Estudios del Desarrollo, que convoca a reorientar la partida para seguridad de 160 millones del presupuesto estatal, para incrementar lo destinado al combate a la pobreza. Si no fuera posible en su totalidad, si es buena opción para iniciar a disolver la paradoja, al ir hacia más democracia y más institución. ■

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