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martes, 16 abril, 2024
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Las desapariciones y los derechos de los niños

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Por: LUIS ALBERTO BARQUERA •

En la Gaceta Parlamentaria, número 3427-III, del miércoles 11 de enero de 2012 http://tinyurl.com/ld2pefq, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, reconoció “con preocupación” que tan sólo en entre 2008 y 2012 “se han extraviado más de 75 mil menores en nuestro país, y poco más de 150 mil niños han desaparecido.

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Según las cifras del Registro Nacional de Personas Extraviadas, el 67 por ciento tiene que ver con sustracción ilegal de menores, el 9.3 por ciento de los casos se refiere a ausencias voluntarias; el 10.5 de desaparición; el 2.3 es extravío; el 9.3 robo y el 1.2 secuestro. De acuerdo con estas cifras, el 58 por ciento de los desaparecidos tiene de 4 a 12 años y las víctimas son mayoritariamente del sexo femenino.”

“Desafortunadamente”, se dice en ese mismo documento, entre las causas de desaparición de niños, niñas y adolescentes, se encuentra la violencia familiar, la migración a Estados Unidos y el crimen organizado, la explotación sexual, comercial y laboral, así como “el reclutamiento ante una situación de desempleo y falta de oportunidades.”

Por otro lado, en un comunicado que difundieron 10 organizaciones la semana pasada –de los estados de Baja California, Chihuahua, Distrito Federal, Michoacán, Nuevo León, Veracruz, Zacatecas y la Comarca Lagunera– se punta que la cifra de niñas y niños desaparecidos en México es imprecisa, debido “a la ausencia de un registro general de personas desaparecidas”, y que continúa la invisibilidad de la problemática de niñas y niños y la falta de políticas públicas para su atención.

En el documento “Desapariciones de personas vulneran derechos de la niñez” las organizaciones denuncian que niños, niñas y adolescentes es un sector de la población “altamente vulnerable a los abusos de poder y a la negligencia en su protección, tanto en el ámbito familiar, como en el ámbito social.”

Sin embargo, esta situación no parece razón para mover el corazón, ya no digamos dar motivo de preocupación de las autoridades. Pareciera que para los responsables de garantizar la seguridad de los niños y sus familias lo mejor es “no saber”.

Zacatecanos por la Paz, una OSC de ese estado de la república, señaló en el mismo pronunciamiento que pese a tener un registro muy reducido de desapariciones de niños y niñas (debido en buena medida a la falta de denuncia y confianza en las instituciones, como es “normal” en todo el país), en los casos que tiene “conocimiento directo” y les ha podido dar seguimiento, el impacto en los niños se presenta en “deserción escolar –ya sea por la afectación económica o por el temor que queda en la familia-; daños a la salud física y emocional; e implicaciones económicas que derivan en la afectación de los derechos a la vivienda, a la alimentación, al vestido. La protección a la niñez está evidentemente resquebrajada con estos hechos.” Adicionalmente, dice Zacatecanos por la Paz, “la ruptura del tejido social y el nivel de violencia que se vive en la entidad promueven que la niñez se vea más vulnerable a otros delitos, incluyendo seria violencia.”

Esta es la tónica que refieren todas las organizaciones firmantes del comunicado. No sabemos a ciencia cierta cuántos son los niños, niñas y adolescentes desaparecidos. Tampoco se ve la voluntad de integrar un registro que permita realizar las investigaciones que se requieren y proporcionar la protección que la situación exige.

Menos aún se reconoce la necesidad urgente de un Sistema Integral de Protección de Derechos de la Infancia. Las víctimas siguen ahí, indefensas. Mientras esperan soluciones efectivas, los niños afectados siguen viviendo situaciones terribles.
Esto no es nuevo. El informe de Human Rights Watch “Los Desaparecidos de México.

El persistente costo de una crisis ignorada”, publicado en este mismo 2013, refiere lo mismo: las desapariciones forzadas afectan gravemente en el ánimo y la salud psicológica de los niños. De acuerdo con testimonios de padres y tutores recuperados por esa organización internacional es “sumamente difícil explicar a los niños qué significa no saber qué le ha sucedido a una persona, o que uno de sus padres ya no regresará”.

En particular los mentores refirieron que los niños con familiares desaparecidos “sufren temor crónico, depresión, falta de motivación en la escuela, aislamiento social y fuerte ansiedad cuando debían separarse del otro padre o demás familiares, incluso durante períodos breves.” Una auténtica pesadilla.

Pero esta bestial crisis sigue siendo ignorada, como señala en su elocuente subtítulo el informe de Human Rights Watch.

¿Qué nos está pasando?

En lo que toca a nosotros, los ciudadanos, partamos de esta cuestión: ¿cómo te sentirías tú si te hicieran eso? Parece que no es frecuente que nos hagamos esa pregunta, lo que nos obliga a pensar que en México sufrimos un enorme déficit de empatía.

¿Toleraríamos no saber de nuestros hijos, o saber que no se está haciendo nada por rescatarlos, o que estarían dejados a su suerte con la desaparición nuestra?
Nos sabemos cuántas desapariciones de niños y adultos han ocurrido, pero sabemos que el número es brutal. Posiblemente no sepamos cómo se llaman, pero sí sabemos o podemos imaginar cómo se sienten esos niños y sus familias. Si pensáramos que esos niños desaparecidos, o que han sufrido la desaparición de sus padres, son nuestros hijos, o de nuestro amigo o de nuestro hermano, posiblemente nuestra actitud sería otra. ■

@LuisBarquera www.odisea.org.mx

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