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miércoles, 24 abril, 2024
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El Estado regulador de la vida nacional

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Por: JUAN ANTONIO VALTIERRA RUVALCABA •

¡Qué tiempos aquellos, señor don Simón?”, decía Joaquín Pardavé en alguna de sus celebérrimas películas.

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Como antes. Si el Gobierno federal quiere -con una visión de Estado- defender y mejorar la calidad de vida de los mexicanos, debe emprender medidas no sólo audaces, sino coherentes y en defensa de los millones de habitantes con hábitos alimenticios distorsionados por las grandes cadenas televisivas que expenden toda clase de chucherías con bajo valor nutrimental.

Como antes, el Estado debe tutelar los derechos de las mayorías, sobre todo ahora que “los demócratas” se fueron tras doce años de cortedad en su percepción de la realidad.

En la Escuela Primaria Beatriz González Ortega que está ubicada entre la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y el Jardín de la Madre, en Fresnillo, estudié dos años de mi educación inicial. Antes no se habían generalizado los jardines de niño. Y aunque hubieran existido, mi familia era numerosa y de escasos recursos. Apenas alcazaba para comer e ir a la escuela.

Allá en la comunidad de San Luis de Abrego, en una troja desocupada para tal fin, el maestro Conrado –no recuerdo sus apellidos- nos dio clases como a siete infantes que oscilábamos entre los seis y los diez años. Ahí amontonados entre sillas y bancos aprendimos las primeras letras y los números para saber sumar y restar. Conocimientos básicos para poder defenderse.

Va esto porque en las escuelas de aquellos años -los sesenta-, el IMPI (Instituto Mexicano para la Protección de la Infancia) distribuía a lo largo y ancho del país, desayunos para los educandos de las primarias oficiales o públicas. La dieta elemental para no estar subalimentados si queríamos aprender era un frasquito con leche y chocolate, un bolillo con frijoles y un dulce de cacahuate o un mazapán.

En la Escuela González Ortega había bebederos y ahí tomábamos agua en el recreo o cuando uno iba al baño.

Había una preocupación por la población de escasos recursos.

Hoy muchos años después, con una inversión de nueve mil 678 millones de pesos en los próximo tres años, Gobierno federal instalará bebederos con agua potable en las escuelas públicas del país. Es una acción que beneficiará a millones de niños y jóvenes del país.

Oigo mencionar que una vez que los legisladores aprobaron el Presupuesto de Egresos de la Federación 2014, que comprende recursos para la atención a grupos vulnerables; la mitigación de los efectos del cambio climático; el desarrollo de los jóvenes; la atención de niñas, niños y adolescentes; la prevención del delito, y el combate a las adicciones, entre otras acciones de alcance social, se harán las inversiones previstas en el Presupuesto, entre ellas la infraestructura para bebederos.

Este es un paso muy importante en materia de prevención de salud, ya que lo que se busca es cambiar los hábitos de niños y jóvenes para evitar el consumo de bebidas azucaradas, lo que paralelamente incidirá en el gasto cotidiano que les representa a las familias.

La inversión en 2014 de más de tres mil quinientos millones de pesos, se debió a la aprobación unánime que hizo primero la Comisión de Educación y Servicios Educativos de la Cámara de Diputados, de la iniciativa que la diputada Adriana Fuentes Téllez presentó sobre la reforma los artículos séptimo, décimo primero y décimo noveno de la Ley General de la Infraestructura Física Educativa, en materia de bebederos escolares.

En la presentación de la iniciativa, del pasado día 7 de este mes de noviembre, los distintos grupos parlamentarios se adhirieron a la misma, señalando algunas particularidades que potenciarían los resultados. Muestra de que no sólo es congruente con las políticas públicas que se han apoyado desde el Congreso recientemente, en materia de impuestos a bebidas de alto contenido de azúcar y alimentos de alto contenido calórico.

Lo anterior, es una medida para combatir la obesidad que se ha convertido en una epidemia en México. Ocupamos el segundo lugar de ese flagelo a nivel mundial. Estamos atrás sólo de los Estados Unidos, lo que conlleva un problema de salud pública, pues tiene consecuencias como la diabetes que afecta a millones de personas en el país, incluidos jóvenes y adultos.

Según indicadores internacionales, México registra un incremento significativo en sobrepeso, obesidad y, de manera sobresaliente, en diabetes, lo cual representa un grave problema sanitario por los efectos negativos sobre la salud de los mexicanos, y afecta de manera importante la productividad de las empresas, el desempeño escolar y el desarrollo económico como país en conjunto.

La obesidad constituye la principal causa de mortalidad en los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y, acorde con la última información disponible, México es el segundo país miembro de la OCDE con mayor índice de obesidad; al padecerse en un treinta por ciento de su población adulta, superado sólo por Estados Unidos de América.

En el caso de la población en edad escolar (de 5 a 11 años de edad), la prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad en 2012 fue de treinta y cuatro punto cuatro por ciento. Poniendo en riesgo a 5.6 millones de niños en edad escolar.

Qué tiempos aquellos, cuando uno jugaba a los encantados y corría y corría sin freno hasta que lo alcanzaban. Eso era ejercitarse sin saberlo. Hoy muchos adolescentes y jóvenes, contados por millones, prefieren un refresco y comida chatarra mientras conversan con sus amigos vía celular. Recostados, obviamente.

Las medidas tomadas recientemente en el Congreso apuntan a mejorar la salud de todos, pero básicamente de los niños y jóvenes. Al tiempo. ■

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