10.8 C
Zacatecas
viernes, 29 marzo, 2024
spot_img

Reflexión cultural

Más Leídas

- Publicidad -

Por: SANDRA MENDOZA BARRERA •

Procuro conocer los museos, gastronomía y cultura de las ciudades que frecuento. Recientemente visité un museo, al momento de pagar el acceso estaba junto a mí una niña, la escuché preguntando por el precio a la señorita de la taquilla, le contestaron: “el boleto cuesta diez pesos, tarifa de niños”, la niña entusiasmada le dio su moneda de 10 pesos a la señorita.

- Publicidad -

Yo entré a la primera sala del museo, en la cual hay videos, imágenes y sonidos, es interactiva, como a los dos minutos se me acercó la niña mientras que yo jugaba en la pantalla, la vi pero no me extrañó, continuamos avanzando por esa primera sala, minutos después la niña me dijo: “¿trajiste hijos?, ¿quién es el señor que te acompaña?”; volteé hacia ella y me fijé en ella contestándole: “no”, “es mi papá”; ella comentó: “¿puedo acompañarlos para no estar sola?; ¡claro! le dije.

Entre la primera y la segunda sala están tres pantallas interactivas, cada quien se colocó en una, pronto la niña comenzó a socializar con nosotros, inmediatamente hicimos equipo; por supuesto, ella tiene una personalidad abierta, franca y alegre.

El recorrido en el museo duró como 80 minutos, a lo largo de éste fuimos conociendo más a la pequeña, en una de las salas, la escuché decir: “¿qué dice aquí? no lo entiendo”, al finalizar la lectura del aviso ella dijo: “¡ah, ya sé, ahora si me pregunta algún día el maestro ya tengo la respuesta”. Su curiosidad era la propulsora de su sed de conocimiento, mientras aprendía ella jugaba y se divertía con los vídeos, sonidos e imágenes.

En una de las salas está el área de lo que era la oficina de despacho del presidente municipal, ella al ver el escritorio preguntó: “¿de quién era?”, mi padre le explicó lo del alcalde y su oficina, la niña contestó con algunas sugerencias de mejoras en ciertos temas, mi padre dijo: ¡quién sabe, tal vez estamos viendo a quien será la primera presidenta en este municipio!”, en lo personal me encantó como la niña sonrió y observó ese escritorio.

Ya por terminar el recorrido, nos detuvimos a ver el altar de muertos, después de contestarles algunas preguntas a la pequeña, yo la cuestioné: “¿en tu casa tiene un altar de muertos?”, ella dijo: “¡no, porque eso requiere dinero y en mi casa no tenemos!, pero mañana iremos al panteón.”

En correspondencia al contestar sus cuestionamientos, en cada sala conocí parte de su historia: tiene diez años de edad, su papá falleció cuando ella era muy pequeña, tiene más hermanos, vive con su madre y el novio de ella, su mamá trabaja en el restaurante de un mercado local.

El por qué he contentado esta experiencia se justifica en parte con el momento de despedida, cuando mi padre estaba a cierta distancia la niña se acercó a mí, dándome una pulserita de plástico color negro y morado que recientemente se había quitado de su muñeca, dijo ¡gracias! Ese detalle me pareció gigantesco, porque ya me había contado que esos diez pesos del pago de su entrada al museo le fueron dados por su madre (quien en domingo estaba trabajando).  Es admirable que esa pequeña cantidad, que su mamá juntó con tanto esfuerzo, fuera usada por la niña para entrar al museo en lugar de comprar, por ejemplo, dulces.

Después averigüé que ese museo no tiene un día de acceso gratis. ■

@lazoazul

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -