■ El Internet, temor ocasionado debido a que en él existen tantas cosas que leer: Esquivel
■ Los jóvenes crean propuestas muy relevantes pero no tienen espacios, asevera docente
Asistimos al descentramiento de los cánones del mundo intelectual y cultural, al replanteamiento radical de las formas de apropiación de los textos, de la edición, la publicación y la difusión de las obras literarias en un contexto cambiante, contradictorio y no exento de paradojas. Y lo que debemos hacer es repensar el sentido del texto y el sentido de la lectura, dijo Sigifredo Esquivel Marín, docente e investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) sobre lo que él mismo denominó “un poliedro problemático” que se refiere al libro, la lectura, la escritura y las comunidades lectora y literaria en México.
En cita a Harold Bloom, agregó que “las nuevas tecnologías generan el problema del descentramiento del autor.” Un temor expresado por el crítico literario como una angustia ocasionada por un mundo donde hay tantos libros, tantas cosas que leer, revistas literarias y páginas personales en Internet, que cualquier persona puede ser un autor y su propio editor.
Desde esta perspectiva, que aparentemente exhibe una ausencia de cánones que validen una obra, aunque luego subraya que siempre los habrá, surge la necesidad, afirma, de cribar, “detectar lo valioso de lo no valioso”.
“Aquí yo creo que un trabajo que se impondría es empezar a generar un filtro de crítica cultural en esta inmensidad”.
Un buscador permite encontrar miles de referencias a cualquier palabra, millones de opciones pero son muy pocas las relevantes, expuso.
Entonces hay que empezar a generar condiciones de selección en este marasmo informativo y bibliográfico que se nos ofrece. Creo que es una tarea urgente y aquí es donde comienza el trabajo del crítico cultural y del lector formado como tal, comentó.
Para centrar lo valioso que puede ofrecer una lectura, rescató de la novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, el pasaje final donde una niña y un bombero discuten sobre la quema de los libros. El diálogo puede concretarse en la pregunta, ¿qué es lo que conservamos a través de los libros?
Lo que se recupera en ellos y que Bradbury rescata en este diálogo, comenta, es que su contenido recupera la experiencia del mundo a través de la reflexión.
Aseveró que las celebraciones del libro “y todos estos golpes de pecho que nos damos como una sociedad de no lectores deben ser siempre matizados desde una perspectiva de nuestras propias posibilidades y de la importancia de difundir y de promover el libro más allá de los programas establecidos de las escuelas y de las bibliotecas”.
Expresó con convencimiento y como lo realmente trascendente, “que la importancia de acercarse al libro es la importancia de acercarse a la experiencia de la vida, y viceversa, la experiencia más fundamental que puede uno tener del acercamiento con los libros es una experiencia vital y esa no te la va a dar ninguna universidad, ninguna escuela. Siempre es el diálogo en la soledad con el libro en la sociedad moderna, y en las sociedades antiguas, el monólogo discursivo de la comunidad donde alguien lee y los demás escuchan, discuten y guardan en la memoria”.
Ese trabajo tanto de la significación de la subjetividad en la lectura individual como de reconfiguración del espacio público en la lectura compartida son los elementos fundamentales para pensar cualquier posibilidad de estrategia de apropiación del libro de la lectura y del texto, comentó.
Sigifredo Esquivel Marín, también escritor, ensayista y gestor cultural, agregó en su carácter de editor, le interesa mucho promover a jóvenes escritores. Empeño que actualmente se valida mediante el concurso de Ediciones Passim y Ediciones de Botella.
Desde el año 2011 la fusión de objetivos mediante estos sellos editoriales “marginales en Zacatecas” ha editado Mujeres que escriben y Escrituras profanas de textos sagrados, ambas antologías, la primera que reúne poesía de jóvenes mujeres zacatecanas “que están haciendo muy buen trabajo y no se les da espacio”, comenta, y la segunda, antología de ensayistas, en la que él mismo participa.
Se encuentran en prensa próximos a salir otros dos volúmenes antológicos de jóvenes narradores y ensayistas, respectivamente.
“Uno de los clichés que hay en generaciones precedentes y todavía en mi generación fue que nada más había que leer a los clásicos, pero éstos fueron alguna vez jóvenes, gente que buscaba publicar y nadie lo hacía”.
En Zacatecas existen talentos en este sector de la población, afirma, esa también es la idea, promover escritores zacatecanos. Publicar a Ramón López Velarde, asevera, “ya no es promover la literatura zacatecana, él forma parte ya de la literatura universal”.
Observó finalmente, que los jóvenes están haciendo ensayos, cuento, narrativa, poesía y escritura transgenérica, y tienen aportaciones y propuestas muy relevantes, pero no tienen espacios para publicar.
