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viernes, 29 marzo, 2024
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La enajenación de nuestra juventud

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Por: Admin •

Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, se ha repetido miles de veces en afiches, pancartas, mantas y consignas, y claro que esto no es simple casualidad, pues, es durante la juventud, cuando mujeres y hombres comienzan a desarrollarse en su entorno, en la sociedad, comienzan a inmiscuirse e interesarse en cuestiones de la comunidad, en política.

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Desafortunadamente en nuestro país y en nuestro estado es común encontrarse con jóvenes completamente apáticos por las cuestiones públicas, y no sólo por la politiquería que vemos en las televisoras y medios de difusión masivos, sino de la verdadera política, la que se hace entre personas, entre conciudadanos, entre hermanos, seres humanos. Aquella política de papeleo, nombramientos, oficinas y formalidades dejémosla a un lado, de ésa se encargarán los que ya están ahí y que no quieren dejar entrar a nadie más, deseando perpetuarse en privilegios y lisonjas, las primeras para ellos, las segundas para que sus superiores los mantengan ahí, cargando maletines. La política que creemos importante fomentar es la de la fraternidad, la solidaridad, la autonomía, el respeto, la libertad y –aunque suene bastante cursi- el amor.

Y ¿cómo es que se logrará esta política de la que hablan estos ilusos revoltosos? Claro, no será sencillo, si lo fuera no valdría la pena. Se trata de un cambio de conciencia, de una real práctica de la libertad, se trata de no estar atados a este sistema, a no sentirme fea porque no me parezco a la de la tv, a no sentirme rico porque tengo una jugosa cuenta de banco. Se trata de sentirme bella porque soy como soy y saberme millonario porque puedo ofrecer mi mano a quien sea que lo necesite. Es vivir con humildad se tenga el cargo que se tenga y más aún cuando se es gobernante de todo un país.

Como jóvenes integrantes de este colectivo ha sido un tanto triste observar a compañeras y compañeros, jóvenes quejándose agudamente del sistema político y por otro lado gastando lamentablemente su tiempo dentro de partidos políticos en los que son utilizados sólo como “achichincles” y sirviendo cruelmente a políticos arcaicos que no dejan desarrollar la verdadera capacidad creativa para la comunidad. Estos jóvenes, esperan el mejor momento para que algún dedo de “arriba” se fije en ellos y su fiel capacidad de lamer botas para lograr el puesto que siempre soñaron, que al fin y al cabo así hay alcaldes ¿no?
Esta semana nos fue por demás doloroso observar la falta de sencillez y más aún la poca capacidad política que tienen los altos mandos de la Universidad Autónoma de Zacatecas, pues, si bien el actual Rector tiene desde hace unos meses un verdadero desorden en dicha casa de estudios, sus subalternos no han hecho más que emplear su tiempo en ver qué grupo de poder será el próximo que se quedará a cargo, sin ocuparse en resolver las demandas de lo que más importa en una Universidad, que es: la educación.

En este sentido, para lograr la política que buscamos, desarrollada dentro de la Universidad, diremos que creemos que el conocimiento un bien social, un bien común, que debe circular para producir efectos y no, como pretenden muchos, una mercancía, algo que puede ser comprado, una inversión que tiene valor sólo como propiedad.

Estas interpretaciones alternativas del valor del conocimiento constituyen los conflictos que se encarnan en las prácticas de la Universidad y su estructura. Como tales, tienen la potencia para extenderse más allá de las torres de marfil de la universidad para desbordarlas y traducirse en dos interpretaciones radicalmente diferentes de la organización de la sociedad: una basada en la mercancía y en la propiedad privada del conocimiento, los recursos y los derechos, la otra en los comunes. La cuestión política es, pues: ¿cómo desarrollar los comunes contra la reducción neoliberal a propiedad e inversiones? ¿Cómo se subjetivan los comunes para traducirlos en una forma de vida?

La universidad de lo común, la que queremos formar, nace como respuesta a las exclusiones impuestas por el sistema capitalista. Formadas por mujeres y hombres que comparten día con día conocimientos y sentimientos son una opción interesante para buscar un conjunto de relaciones humanas basadas en el amor y en el buen trato, en la solidaridad y en la inclusión.

En estas universidades –porque ya existen en otras partes del mundo-, la comunidad que las conforma se organiza para lograr una universidad extramuros, en donde el uso o apropiación común o colectiva del conocimiento es considerada como una condición necesaria de toda producción o utilización individual: la producción intelectual, la escritura de un artículo, la realización de un experimento, de un proyecto social o productivo, requieren la actividad colectiva y compartida de los demás; entendiendo que el intercambio libre y colectivo del conocimiento es la base de todos los descubrimientos. Su interés es, pues, la autoformación.

En fin, las universidades nuevas tratan de crear un verdadero tipo de comunidad, con ejercicio pleno de la democracia y con valores sociales por encima de los valores individuales. Es buscar la autonomía desde abajo, organizando “las bases”. Para entenderla basta vivirla: LO ESTAMOS HACIENDO. ■

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