Año trece del dos mil,
haciendo honor a sus orígenes kabalísticos,
el siete de julio que pasó.
Vamos por todo señores,
César Camacho, al gobernador, decía,
gobierno somos en el estado y país,
cuestión nomas de esperar el día.
A Jorge Romero te dejo,
para instrumentar lo que se necesite.
Por los estatutos no te preocupes,
para darles la vuelta yo soy un lince.
A pie juntillas creyendo todo,
candidaturas por el estado volaron;
muy bien decididas otras,
por los resultados no tanto.
Este desenlace se veía venir,
pues a la prepotencia y soberbia
del oficialismo imperante,
la parca se dispuso a echarle el guante.
Una ejemplar lección merecida tienen,
para que a respetar ustedes aprendan,
y como solos se inmolaron,
a la tumba van que vuelan.
Para que vean que tan mala no soy,
una oportunidad les dejo:
aplíquense en el dos mil quince,
y el dos mil diez y seis al cielo yo me los llevo…