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jueves, 28 marzo, 2024
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Migración digital

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Por: Migración Digital •

Los vaticinios sobre el final del libro tienen un origen histórico que se infiere en los siglos del posmodernismo o la sociedad postindustrial. Entre los siglos 18 o 19 inició una transición económica que reestructuró a la sociedad entera a partir de la revolución industrial y técnica llevada a cabo en Inglaterra.

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Para el ámbito del libro, y esto está en correspondencia con las aportaciones de McLuhan, la galaxia Gutenberg tiene su gran explosión en el siglo 15, cuando los problemas fueron resueltos por aquéllos que se plantearon una táctica cómoda para multiplicar de manera mecánica los libros —el descubrimiento de la imprenta se decidió a partir de tres elementos esenciales: los caracteres móviles en metal fundido, la tinta grasa y la prensa—. El industrialismo y la Ilustración, para los seguidores de la doctrina de McLuhan, serían simples repercusiones tardías de la introducción de la imprenta en Occidente.

Ahora han quedado atrás esos cinco siglos que siguieron a uno de los instrumentos más asombrosos, sin duda, que inventara el hombre: la imprenta. Si en esos ayeres la pólvora, el papel, las armas de fuego y la brújula magnética confabularon a favor de un mundo en expansión, en nuestros días el desarrollo de Internet y las tecnologías electrónicas obligan hacia una inminente migración digital de una inédita economía de los medios en la sociedad de la información. De esta manera, el actual orden económico hace a todos emigrar hacia las nuevas tecnologías del conocimiento en un mundo totalmente regido por la tecnificación. La industria de las tecnologías de la información genera las condiciones posibles para que el flujo incesante de la oferta y la demanda entre productores y consumidores se lleven a cabo bajo novedosas formas de compraventa y contratos.

A través de la influencia de la generalización del e–mail, Twitter y Facebook (el acceso universal a Internet), se han forjado, en un breve lapso de tiempo, comunidades comunicativas que suponen la ocupación de insólitos espacios sociales cada vez más variados. Tierras inexploradas se están conformando a partir de la generación de nuevas transacciones en los campos de la comunicación artística (audiovisual y escrita), donde los interesados se ven obligados a desplazarse en la búsqueda de este caudal inmaterial. En el recién inaugurado orbe digital, cimentado por la confluencia de la industria de los medios y las telecomunicaciones, la clave está en los contenidos.

En este fenómeno donde el sedentarismo ante el ordenador implica estar en un actuar nómada de economías y tecnologías, los medios masivos de comunicación —y el libro por supuesto— emergen como el arquetipo de las permutaciones electrónicas. Sin embargo, en la coyuntura entre la tradición y las invenciones exponenciales sin precedentes, surge la perplejidad al desconocer por completo las implicaciones reales que las tecnologías tendrán en el libro y en las presencias unidas a éste: lectores, libreros, editores, autores, diseñadores. ¿El hallazgo chino del papel yacerá como un obsoleto soporte ante la sofisticación de la pantalla? ¿La difusión del libro será un asunto de masas o de unos cuantos? ¿La materia del libro terminará succionada por un hoyo negro cuyo campo gravitatorio hará que ni una partícula pueda escapar? ¿O quizá el libro se revitalizará a partir de la fortaleza adquirida por las artes gráficas? ¿La web será el nuevo soporte definitivo del libro o simplemente fungirá como un canal más para que éste sea transportado en una de sus múltiples facetas?

Existe otra pregunta imprescindible: ¿cuáles son los cambios sociales que están sufriendo los usuarios en el campo de las comunicaciones como consecuencia del éxodo a lo digital? Cualquier contestación es imprecisa cuando la unión y la desintegración de los nuevos y antiguos medios está en un proceso que no ha terminado aún.

El desempeño de internet y las nuevas tecnologías han despertado el interés de una multitud de académicos que señalan un denominador común: el advenimiento de un orden comunicacional sin precedentes. En estos estudios están presentes dos sendas donde las tradiciones culturales y conceptuales toman un paralelismo en su andar hacia el desarrollo tecnológico y económico en nuestra sociedad contemporánea. En una travesía está la opinión utópica, transgredida por el optimismo que predice un mundo de igualdad, sin las ataduras ideológicas que le impidan expresarse de manera libre, bajo el abrigo de las tecnologías de la información.

En la otra variante del camino está la crítica radical, que hace una promoción de las tecnologías como un periodo de transición del capitalismo, «cuyos objetivos se encuentran en la base de las nuevas fricciones entre conflictos sociales y profundas desigualdades en el acceso a las oportunidades de mejora de la calidad de vida y un virtual sometimiento de la democracia al poder de las economías globales» (Lorenzo Vilches, La migración digital). Para quienes consideran afortunada la implantación de Internet en su vida diaria y se consideran testigos del derrocamiento de la hegemonía de las elites culturales a través de la descentralización de la producción y la recepción de los medios, dejando su conformación celular por los bits, persiste la duda que conlleva a una ilusión que es mera fantasía. ■

Correo electrónico: [email protected]

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