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viernes, 19 abril, 2024
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Neoliberalismo v/s democracia

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

La tensión social y política se incrementa, tanto como la expectativa de crecimiento va a la baja. Cada semana transcurrida es un paso que acerca al “buen fin” para disfrutar la bonanza artificial del margen de endeudamiento que aún quede en los plásticos para hipotecar de una vez por todas las prestaciones navideñas y tal vez abonar todo el año, forma de devorar un futuro que no promete nada sino agrede, lesiona deseos, mentes y vacía los bolsillos, si todavía queda algo en ellos. No obstante, esta situación que ya afecta o afectará a millones y millones de mexicanos, no tocará ni un cabello ni un céntimo de los autores del Pacto por México, poderosos inspiradores de semejante saqueo que junto con acrecentar el empobrecimiento de las mayorías, una vez más cierra las expectativas de cualquier mejora en cuanto a democracia, para afirmar más el autoritarismo neoliberal sobre una población sometida de ese modo. La democracia no radica en acceder al súper, ni al crédito especulativo, al contrario, ésas son amarras autoritarias que de alguna forma sofocan el ánimo, la voz de la protesta o del cuestionamiento y posponen, vía deudas, la eventualidad de una lucha consciente de esa nueva forma de explotación y los afanes libertarios quedan presos por el plástico y el buró de crédito se convierte en un inédito instrumento de explotación ideológica y política. El capitalismo cambia, sí, para afianzarse más, no para entrar al término de su fase neoliberal.

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Por supuesto, se escribe esto en medio de una serie de irrupciones ideológicas y políticas con afanes democráticos y buen talante de sus integrantes para enfrentar el autoritarismo oculto tras medidas y disposiciones jurídicas ligadas nada menos que a la nueva forma laboral a través de la cual correrán las disposiciones legales de la autoridad para regular a la educación, a los estudiantes, profesores y padres de familia, de manera más autoritaria que educativa, ya que el objetivo de la reforma educativa no es mejorar la educación sino meter a los educadores en un laberinto laboral que es un proceso kafkiano, del que se sale sin obtener ningún futuro y la única confrontación cierta será que el futuro esperado por el magisterio, cuyos integrantes aspiran, sueñan y ameritan ser jubilados o pensionados, en realidad será cada vez más inexistente. En los medios resonarán, una y otra vez, los llamados y promesas de las autoridades para trabajar y ascender escaños de mérito profesional hasta obtener el mérito correspondiente, aunque la recompensa siga evanescente y el proceso de logro individual inasible e interminable. ¿Desde cuál generación dejará de existir la pensión permanente? No porque no la pueda y deba de pagar el sistema, sino porque hacerlo sería reconocer humanamente a seres humanos con el derecho y el mérito para ello, algo alejado y ajeno a la insensibilidad, esencia del sistema neoliberal. Así, ¿cuál sería el mejor destino para los jubilados y pensionados, que su temprana muerte? Por eso habrán de ser machacados con una cultura e institucionalidad, insensibles a cualquier trato de humanidad.

Con la descripción anterior se pretende describir aquello que inspira o subyace a las políticas impulsadas, con bombo y platillo, por Peña Nieto y develadas en el momento adecuado, según se trate de propiciar la toma de utilidades por los grandes inversores o disfrazar una estampida de capitales que no es tal, sino sólo una muestra de que el capital sí tiene libertad y movilidad para hacerse de ganancias especulativas o no, con consecuencias sobre el país donde esté.

A pesar de los riesgos últimamente revelados, la lucha por tomar la calle, organizarse, anunciarse, salir y manifestarse, por fortuna, continúa. Novedad no deseada es, por ejemplo en México, que para desestabilizar o sabotear las movilizaciones han hecho presencia indeseable personajes identificables por su forma de vestir y de comportarse, con saldos negativos para los objetivos perseguidos por quienes tienen la autoría de la manifestación. Su actitud violenta, su pretendida clandestinidad, la contundencia de la actuación de esos casi indescifrables jóvenes personajes dejan más dudas que certezas respecto a su autenticidad política como manifestante. Por ello urge a la autoridad respectiva precisar la respectiva identidad, no con fines de control policial – gubernamental – estatal, sino con fines de sanidad democrática del sentido de la manifestación, cuando se convoca y se marcha con su sentido básico, libertario.

En Zacatecas, con grandes expectativas se convocó a realizar una marcha para ayer, de la que varias organizaciones con problemas diversos a expresar pretendían hacer otra megamarcha. Ojalá se haya realizado todo lo multitudinaria que se haya querido y podido; y sin criminalizar, es decir, en paz y con respeto a las personas, a sus contingentes y al Patrimonio Cultural de los zacatecanos y de la Humanidad. ■

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