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viernes, 19 abril, 2024
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Implicaciones de la reforma educativa

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Gastón Bachelard en su obra La formación del espíritu científico comenta que en toda su vida de estudiante jamás vio un cambio de actitud pedagógica en sus maestros, situación que no favorecía a la formación plena de un espíritu científico. La inamovilidad o indiferencia de los maestros mataba el espíritu de los alumnos a grado tal que fincaban éstos una plataforma de dependencia total hacia el mentor.

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Sirva el primer párrafo de preámbulo para desarrollar el presente artículo. Retomo nuevamente a Bachelard quien en su misma obra asevera que el maestro nunca ha tenido el sentido del fracaso, precisamente por eso, porque se cree maestro; ¿será por ello que algunos “maestros” adoptan la pose de domadores?, ¿Las reformas educativas que se han implementado a lo largo de los últimos 20 años han propiciado esto? y, ¿Le han hecho creer al maestro que su “enseñanza” redime a los estudiantes? Tal vez estas interrogantes son crueles, ofensivas, denigrantes y, lo que puede ser peor, de deslegitimación profesional; sin embargo es más grave ignorar que nuestro sistema educativo necesita reorientar sus funciones, consolidarse como una entidad y organización socialmente útil.

Todas estas reformas curriculares en realidad sólo han sido una novedad para muchos maestros, se maravillan cuando se les dan a conocer y se cifran esperanzas en ellas, sin embargo el común denominador es la indiferencia, la apatía y el desdén, institucionalmente se le da crédito al maestro por el simple hecho de entregar su planeación, no se le hace un seguimiento para corroborar si la planeación se cumple, si utiliza las estrategias didácticas adecuadas o si propicia ambientes de aprendizaje óptimos; ni mucho menos se evalúa el desempeño del mismo.

De todo este estado de cosas que nuestro sistema educativo vive, no sólo es responsable el docente sino también los directivos, puesto que a la fecha sólo se han enfocado a estimular económicamente a quien “cumple” con las exigencias institucionales, menoscabando al rendimiento académico del estudiante, dejando también de lado la implementación de cursos de formación y actualización, mismos que podrían favorecer la profesionalización de la práctica docente.

Ahora que enfrentamos una reforma educativa, que no es propuesta, sino impuesta como lo asevera el M. en C. José Campa Ambriz, presidente del Comité de Vigilancia del Sindicato Unico del Personal Docente y administrativo del Colegio de Bachilleres del Estado de Zacatecas, en la Revista Visión Sindical No. 5, septiembre de 2013; aseveración con la que muchos estaríamos de acuerdo puesto que ésta implica una modificación en la relación laboral de los docentes y la permanencia de éstos dependerá del rendimiento que tengan sus educandos y de los conocimientos que manifiesten tener según los “exámenes” que se les apliquen.

Bajo estas circunstancias, se deja la indiferencia y la apatía para reaccionar en contra de esas imposiciones, los maestros aseguran que dicha reforma lacera sus intereses laborales, esto es cierto, sin embargo toda esta trama gubernamental la trabajaron tan bien que en un futuro no muy lejano viviremos una contrarreforma laboral que condicionará de una manera unilateral la permanencia del docente en su ejercicio profesional; ¿no hubiera sido mejor que la reforma educativa contemplara la implementación de programas de formación y actualización docente? en vez de establecer mecanismos de evaluación punitivos, perversos y amañados; tan grave podría ser esta reforma que el secretario de Educación declara que en 12 años se “renovará” el 60 por ciento de la planta docente, esto implicaría despedir 75 mil maestros al año y contratar otros tantos.

Si la reforma educativa pasó a rango constitucional, es lógico que los legisladores no pueden ser expertos en todo, pero, si en verdad quisieran mejorar la educación buscarían la asesoría de los propios maestros y de quienes sí han estudiado los problemas educativos y no cometerían así las barbaridades que estamos viendo. Sigmund Freud asegura que en cualquier sociedad hay tres actividades con las cuales es imposible cumplir cabalmente: educar, gobernar y psicoanalizar; ante ello, reitero, la educación es uno de los asuntos más complejos en la vida de las personas y de las sociedades. Lamentablemente en espacios institucionales a la educación la ven como algo muy simple, tanto que lo único que desean es que los maestros den “clases” y que los estudiantes aprueben exámenes –ven a estos dos fenómenos como la esencia misma de la educación-.

Esto es sólo el principio puesto que falta mucho para que la iniciativa del Ejecutivo en materia educativa aprobada en el Congreso cumpla su cometido, se está colocando la plataforma para arribar a una verdadera reforma en el ámbito educativo; habrá condiciones para las reformas pedagógicas, curriculares y, de formación y actualización profesional (Sylvia Schmelkes del Valle; La Jornada, 05 de septiembre de 2013). Declaraciones de esta naturaleza realizan los integrantes de la junta directiva del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación; agrego dos de ellas: “El INEE quiere tomar en cuenta la voz de los maestros” (Gilberto Guevara Niebla), “La evaluación a los docentes no es punitiva, aunque si se quiere estirar el término hasta allá, toda la educación es punitiva. Si el maestro evalúa a sus estudiantes y reprueban, eso es punitivo” (Eduardo Backhoff). El propio instituto informa que la primera evaluación de ingreso será en el 2014 y la primera evaluación a los docentes en servicio será hasta el 2015. ¿Cómo podría interpretar todo esto?, lo dejo al sano juicio. ■

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