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sábado, 20 abril, 2024
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Las estadísticas de robos en casas-habitación, comercios y establecimientos generadores de empleos

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Por: FERNANDO SANTACRUZ MORENO •

El crecimiento de las ciudades se refleja en diversos factores y se hace notorio cuando en la población hay dinero o buenas perspectivas para que éste llegue en los próximos días, semanas o meses, como es el caso de los campesinos, que en este año, a diferencia de los cinco últimos, en sus rostros se nota ahora una alegría inusitada, se ven muestras de una esperanza en que todo habrá de cambiar porque ahora sí “ya llovió” y en los campos, las condiciones dejan entrever que lo que en buen tiempo se sembró, buena cosecha habrá de dar, la producción de granos habrá de incrementar el producto interno bruto y tal vez los números de los porcentajes del consumo per cápita sufran movimientos a la alza porque de que habrá cosecha, habrá, de eso ni duda cabe.

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Habrá buena producción y buenas perspectivas de nuevos empleos, coadyuvantes para conseguir la disminución de las estadísticas relacionadas con la comisión de delitos, de esos que llaman comunes, o sea, de los robos a los domicilios, del saqueo de mercancías de locales comerciales, a talleres mecánicos, que ojalá y así fuera, pero la verdad es cruel, cruda, cada día son más los robos de toda índole y vaya usted a saber si los actores y autores de los mismos estén solapados por las autoridades, uno nunca sabe pues, porque aún cuando el ofendido acuda a esas lujosas oficinas de la procuraduría en donde suben y bajan, (como si los sembraran) licenciados y licenciadas que dizque trabajando para que la justicia sea pronta y expedita, vaya usted a creer, las respuestas se tardan, no llegan. Pasan los días, las semanas, los meses y los años y los expedientes empiezan a formar parte de los montones de papeles en cuartos acondicionados para archivos muertos.

Existen casos, muchos, de robos de una y otra forma que no son denunciados porque aunque así fuera, poco es el caso que se les hace, ya que tiene que reunir ciertas características para poder atender. Un ejemplo: cierto día ya en las primeras horas de la noche y en cierto lugar muy comercial, por cierto, una mujer fue asaltada, sólo traía 20 pesos, se los quitaron, pero ella, como todo ciudadano que cree en la justicia acudió de inmediato a esas oficinas donde se ven tinterillos que entran y salen con cara de “interesantes” y secretarias que se creen licenciadas con todas las de la ley, presentó su denuncia, pero la respuesta la recibió de inmediato, no tuvo que esperar como tantos que aún esperamos respuestas a denuncias hechas. A esa mujer le dijeron: “no podemos proceder porque lo que dice usted que le robaron es una cantidad mínima”.

Esa mujer se fue, abandonó el lugar, ya no creerá más en la justicia. A otra señora que toda su vida la ha dedicado al trabajo para obtener ingresos y con ellos mejorar su nivel de vida y el de su familia, también le fueron robados todos sus menesteres que utilizaba en un restaurante: parrillas, comales, planchas metálicas, un horno para elaborar pizzas, tanques de gas, estufas, loza y otras cosas más, se quedó sin el producto de sus esfuerzos y es tiempo que “la autoridad” no le ha dado respuesta, y los ladrones, seguramente que bien, muy bien.

Y así como estos casos hay muchos, uno más, el más reciente del cual me he dado cuenta, es el robo sufrido por dos jóvenes emprendedores que hace algunos años se fueron a Estados Unidos a trabajar, lo hicieron, aprendieron a desarrollar varios oficios, entre ellos el de mecánica automotriz y bien. Sus ahorros los invirtieron en comprar herramienta para poner algún día y en algún lugar un taller. Lo hicieron, lamentablemente a las pocas semanas los amantes de lo ajeno se llevaron lo que en el interior del taller se encontraba de herramienta.

Constantemente vemos deambular por céntricas calles de la ciudad a patrullas que suben, que van y vienen. Unas son de la policía estatal, otras de la famosa y recientemente creada Metropol, otras más son de la policía municipal, en la periferia, en las colonias lejanas, como Las Quintas o por el rumbo de El Orito, los habitantes y el comercio están dejados de la mano no de Dios, sino de esas corporaciones policiacas que en las más de las veces con sus constantes movimientos en lugares donde no tienen vela en el entierro, lo único que provocan es miedo, temor. Aquí no pasa nada y si le entramos al terreno del abigeato, las cosas no andan tan bien, mejor dicho andan muy mal, porque los roba vacas llegan a los agostaderos, matan al animal, lo pelan y ahí dejan el cuero y se llevan la carne y luego, el que ha sido afectado va a poner su denuncia y la misma cantaleta, “se va a investigar”, o si no se cuida le puede pasar lo que aquél amigo de un municipio del sur del estado: capturó al que le había robado algunas cabezas de ganado, lo llevó ante “la autoridad” y cual no sería su sorpresa: fue acusado de secuestro o privación de la libertad por el sujeto que él llevó para que le castigaran por el robo de su ganado…
Los que bien trabajan y aquellos que se esfuerzan por salir adelante sin el apoyo de tal o cual programa no se merecen esto, los zacatecanos no se merecen este tipo de cosas.

Hasta aquí mi comentario, nos leeremos en la próxima entrega.

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