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viernes, 29 marzo, 2024
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Para que nos vean y nos oigan

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

El tiempo no sólo cura, también da perspectiva. Hoy, a 45 años de ese 2 de octubre de 1968, miles de personas marcharán por las principales avenidas de todo el país en recuerdo de lo que pareció una derrota.

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Con las luces de bengala en el techo de Tlaltelolco aquél día, se apagaron para muchos las esperanzas de transformar el país de forma pacífica. Se acabó ese día la efervescencia juvenil que hacía segunda a los movimientos obreros, médicos y campesinos que los habían antecedido.

Quizá los más optimistas mantuvieron la esperanza hasta el 10 de junio de 1971, fecha en la que se repitió la represión del Estado. Para entonces el desánimo había cundido, y los más tercos, siguiendo el ejemplo de la revolución cubana, optaron por formar las guerrillas que fueron noticia en los años siguientes.

Pero con los años, las derrotas de los hombres se convierten en victorias de la patria. Miguel Hidalgo, José María Morelos, Francisco I. Madero y muchos otros murieron creyendo derrotados los movimientos que encabezaban, no imaginaron que su muerte y su ejemplo serían semillas de los triunfos que llegaron después.

Así, menos de diez años después de que el sistema aplastara con tanques la disidencia, obligado por la presión, Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación proponía una reforma política, que, a pesar de sus múltiples defectos, significaba una vía pacífica –y tal vez más efectiva- para defender las ideas. Una reforma que entre otras cosas legalizaba el partido comunista y permitía a los partidos pequeños tener representantes en el Congreso de la Unión a partir de los legisladores plurinominales.

Decepcionados por cuenta propia, y azuzados por aquellos a los que les conviene que se piense que “todos los políticos son iguales” (como si todos los médicos, lo fueran, todos los maestros, todos los ingenieros) pudiera creerse que esto de poco ha servido. Es verdad, de entonces a la fecha han privatizado más de mil empresas públicas, aumentó el IVA de 10 a 16 por ciento, la educación superior pública está en números rojos permanentes y la mayoría de los corruptos siguen ahí, libres y ricos, etc.

Sin embargo, si todo esto ha sucedido a pesar de existir la forma de tener en los puestos de decisión y poder a quien sentimos que nos representa, de no ser así ¿hasta dónde nos habrían llevado? ¿Se habría podido frenar la privatización de Pemex en reiteradas ocasiones? ¿Se habría logrado reducir el costo de campañas usando como spot los tiempos del Estado en los medios de comunicación? ¿Se habría logrado la pensión universal que disfrutan los ancianos en el Distrito Federal?, ¿Habría matrimonio para personas del mismo sexo?

Falta tanto por hacer, y la convicción de las calles, los puños cerrados en las manifestaciones, los gritos ensordecedores no se traducirán en nada si no hay en el poder público alguien que los escuche, y alguien que los haga escuchar. Lamentablemente, por millones que seamos en las calles protestando contra los abrumadores impuestos que proponen, al final serán quinientos los que votarán la reforma hacendaria y poco más de cien los que lo ratificarán o rectificarán.

¿Cómo lograr que entre esos quinientos esté uno de nosotros, alguien digno y comprometido? Hasta ahora, lamentablemente, sólo la vía electoral parece ser camino, y el Movimiento de Regeneración Nacional, desde mi perspectiva, la imperfecta pero más cercana organización política que representa mis ideas y las de quienes creemos que la solución está en la izquierda.

Pero, ¿qué garantía hay de que Morena cumpla con las luchas sociales que hoy la alimentan? Ninguna. ¿Cómo se puede estar seguro de que no habrá corrupción? No se puede. Morena comparte las virtudes, vicios y vacilaciones de toda organización humana. El riesgo de corromperse es el mismo que el de cualquier sindicato, cualquier iglesia u asociación civil.

Algunas medidas se han tomado buscando evitarlo: en Morena por estatuto no hay salarios para los dirigentes, hay una comisión de honor y justicia, y en puestos de conducción hay personalidades del prestigio de Paco Ignacio Taibo II o Claudia Sheinbaum.

Sin embargo, nada de eso puede servir de completa garantía. Sólo la participación y vigilancia de la sociedad podrá mantener el rumbo de Morena; sólo la convicción de los que prefieran participar, a nadar impolutos en el mar de la indiferencia, la indolencia o la apatía. Sólo la presencia activa de los que prefieren correr el riesgo de equivocarse que la comodidad de ver los toros desde la barrera puede garantizar que Morena sea la palanca que necesitamos para concretar las luchas sociales que perseguimos. Si usted es de esos, nos vemos este sábado 6 de octubre a las 10 am en la Megavelaria (instalaciones de la feria) para participar en la asamblea estatal donde el IFE certificará la existencia de miles de zacatecanos dispuestos a dar un paso más en la lucha por la transformación de la patria. ■

@luciamedinas

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