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viernes, 19 abril, 2024
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Un tercer huracán azota a México; el magisterial

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Recientemente nuestro país padeció los estragos de dos fenómenos meteorológicos llamados huracanes; me refiero a Ingrid y Manuel; un tercer fenómeno social presente prácticamente en toda la República Mexicana también azota a la sociedad, hago referencia al movimiento magisterial que en los últimos días ha crecido como bola de nieve. Dicho movimiento finca una plataforma política en la cual sustenta su lucha, en ella existen toda una serie de argumentos que hacen suponer un fracaso y la consecuente convulsión de nuestro sistema educativo mexicano.

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El conflicto magisterial que hoy día persiste en el país dio inicio cuando se anuncia la aprobación de las tres leyes que reformarán al sistema educativo mexicano –la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, la Ley General de Educación y la Ley General del Servicio Profesional Docente-, esta última es la que más controversia y conflictos ha causado; los argumentos que en las líneas subsiguientes se exponen, son consecuencia de la lectura que se hace sobre la reacción no sólo del magisterio sino de toda una sociedad.

Históricamente las ideas y los proyectos que en su contenido se dicen promisorios nunca han faltado, son muchos los actores los que directa e indirectamente participan, el sistema educativo es el más socorrido en cuanto a la implementación de proyectos; lo cierto es que dicho sistema no se ha legitimado ante la sociedad, lo tachan de malo, le atribuyen culpa dado que ha heredado un panorama deprimente. Todo este estado de cosas tal vez obedece a que desde la Secretaría de Educación Pública se hace y rehace el sistema educativo, desde ahí quieren resolver los problemas instrumentando toda una serie de reformas que de suyo se saben descontextualizadas y alejadas de una realidad social.

Si bien es cierto que la decisión de reformar las leyes es un asunto de política educativa, también lo es el hecho de que el procedimiento utilizado no es el adecuado puesto que en dichas reformas sólo consideran a tecnócratas y funcionarios “ilustrados”; no hay acuerdos con quien deben tomarlos –los maestros- y, mucho menos ponen a discusión y consenso las decisiones que se toman. Las reformas para que sean reconocidas deben ser consecuencia de la consulta con la sociedad, ya que ella tendrá mucho que decir en cuanto a cuáles son sus necesidades; esto es precisamente lo que causa el revuelo magisterial puesto que no se construyeron acuerdos, en consecuencia, si se desea que los maestros vuelvan a sus salones, se tendrá que dialogar y acordar con ellos.

El discurso que oficialmente se externa acerca de la Reforma Educativa hace suponer que no es tal, evoco la declaración de la comisión de educación de la Cámara de Senadores “Esta no es una reforma educativa, es una reforma constitucional en materia educativa”; así como la del secretario de educación pública “Digamos que esta es una reforma parcialmente laboral”; “esto” es una clara manifestación de inconsistencias y de atropello a la lógica más elemental. Cierto es que la educación es un proceso permanente a lo largo de toda la vida y que la evaluación será quien determine si el proceso es válido y valioso y si la calidad que se obtiene realmente es producto de la calidez de los actores del hecho educativo; sale a colación el comentario puesto que se dice que los maestros detractores no quieren que se les evalúe su práctica docente, sin embargo a lo que se apela no es a la evaluación sino a los mecanismos que se utilizan para dicha actividad. Su demanda principal es la profesionalización del magisterio, misma que implica no solamente el desarrollo de las competencias para lograr que los estudiantes aprendan, sino en generar las condiciones de infraestructura y equipamiento para que mejore su condición de confianza en sus capacidades y compromiso social.

Lo que se ha dado a conocer como Reforma Educativa puede no serlo, o si lo es lo más seguro es que no sea promisoria, ha habido controversia al respecto puesto que no hay precisión en cuanto a la interpretación de las leyes. Lo más seguro es que en un futuro no muy lejano podamos ser testigos de una reforma fallida puesto que en su contenido no se considera como principal exigencia sentar las bases para conseguir la mejoría profesional de los maestros y avanzar así hacia la calidad de la educación; sino que considera solo a la evaluación del docente con fines meramente punitivos, de sentencia laboral, misma que puede ser motivo de afectación a derechos que constitucional e institucionalmente se han ganado.

¿Por qué huracán magisterial? Para este caso particular, elimino de mi discurso los términos “revoltoso” y “pernicioso”; en cambio considero que el descontento de los maestros que se oponen a la “Reforma Educativa” no es obra de la casualidad sino de todo un análisis incluso hasta epistemológico que se ha realizado a las leyes promulgadas. Lamentablemente muchos medios de comunicación exhiben ante la opinión pública a los maestros como trabajadores ignorantes, flojos y abusivos con los niños y que incluso tienen secuestrada a la “enseñanza”; lamentable también es el hecho de que le apuestan más a la enseñanza que a la educación.

En conclusión, el huracán magisterial azota a todo el país, desencadenando una oleada de protestas puesto que la tan mencionada reforma modificará el estatus laboral de los docentes; esto tal vez hará que se configure una nueva cartografía en política educativa y que sean precisamente los docentes catalogados como disidentes o detractores los artífices de esta configuración. ■

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