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martes, 23 abril, 2024
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Tonucci para Padres y Maestros

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Por: LUCÍA DE LEÓN •

El mundo debe estar muy mal para que yo reciba un premio Honoris Causa por hablar de temas de sentido común” comentó alguna vez Francesco Tonucci, pedagogo italiano dedicado al estudio de la educación en la infancia y su relación con la felicidad. Durante 50 años ha desarrollado proyectos donde aboga por una Ciudad para los Niños, con espacios donde puedan transitar seguros y libres, así como escuelas donde se valore su condición humana de seres pensantes y con anhelos.

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¿Quién que fuera niño(a) no deseó alguna vez que sucediera el milagro de no tener clases por un día? “Que cayera una bola de fuego con picos y pshhhh, destruyera la escuela para que no ir al salón” escuché decir a un niño de seis años que hacía su tarea sentado en un banco mientras la ventana mostraba nubes ondeando en el cielo.

En todo el mundo han cambiado las leyes y se hacen gigantescas reformas para mejorar la educación, pero lo cierto es que la escuela ha cambiado muy poco en comparación al mundo que nos rodea.

¿Qué pasa con la educación que los niños pierden su curiosidad y actitud crítica? La respuesta según Tonucci tiene que ver con la interacción en el aula: la postura del maestro, que tiene el saber, y lo transmite desde una tarima mientras los alumnos, los que no saben nada, anotan y escuchan mudos y aburridos sólo enseña a los niños a callar y terminan callando “toda la vida”.

Los niños no son sacos vacíos que hay que llenar de conocimiento, postula Tonucci, el conocimiento está en todos lados, lo traen de su casa, de documentales televisivos, y de Internet entre otros, y la escuela debe ser un espacio para despertar las sensaciones, promover la reflexión y ayudar a los que ahí acuden a tener confianza en su voz e intuición para generar conocimientos.

La misión principal de la escuela ya no es enseñar cosas según su filosofía. Lo más importante es aprender a escuchar lo que los niños dicen y reflexionar en torno a ello, debatir, observar, analizar. Y hay que saber escucharlos no sólo con el oído sino usando todos los lenguajes existentes. Hay que ofrecer un abanico de formas de expresión pues no hay una menos importante.” Es una visión tonta pensar que escribir bien es más importante que bailar” afirma, y la escuela debe permitir al niño elegir su lenguaje.

La escuela no puede ofrecer trabajo, pero hay trabajo para los mejores. Cada uno de nosotros tiene un ámbito de excelencia y el papel escolar, social o político es lograr que cada niño lo encuentre y pueda desarrollarlo hasta el límite máximo. No importando lo que diga el mercado (…) ¿Quién de nosotros puede decidir cómo será el mundo mañana? Yo creo que los niños tienen el derecho a decidir cómo será el mundo mañana.

Con voz lenta y pausada, Tonucci nos introduce en una escuela con jardines, donde el método científico se usa para discutir los temas (no el dogmático), se pueden tomar distintas posturas, hay distintos talleres y laboratorios (no aulas donde están sentados con una mesa enfrente), hay huertas, música en los recreos, arte por todas partes, y los maestros leen a sus alumnos en voz alta al menos quince minutos diarios. Alumnos y maestros se sientan en círculo al mismo nivel y todos juntos se apoyan. Es un espacio de cooperación no de competición, democrático pero sobre todo: No se le pide a los alumnos que repitan lo que dice el profesor.

Son algunas reflexiones para quienes somos padres o maestros, este podría ser el primer día para la sociedad del mañana.

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