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jueves, 28 marzo, 2024
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Sahira, otra historia de negligencia médica

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Las historias por negligencia médica continúan lastimando a muchas personas que a diario se ven en la necesidad de acudir a los servicios de salud; basta y sobra que usted se asome en alguna dependencia federal o estatal como el ISSSTE o el IMSS para descubrir un rosario de relatos que nos ponen a reflexionar sobre los pésimos tratamientos que provocan la muerte o algún tipo de lesión temporal o permanente. En México, todas las personas gozamos del derecho humano a la salud plasmado en la artículo 4º párrafo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sin embargo, algunas autoridades, algunos médicos y enfermeros o enfermeras, parecen desconocer esta prerrogativa y a regañadientes brindan los servicios a los usuarios. Para recordárselos, basta decir que la ONU ha reconocido el derecho a la salud a través de varios instrumentos internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966; la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de 1979 y la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el derecho a la salud contempla cuatro elementos a saber: Disponibilidad que se refiere a la posibilidad de contar con un número suficiente de establecimientos, bienes, servicios y programas de salud. Accesibilidad, esto es, que los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles a todos, bajo los siguientes supuestos: 1. No discriminación; 2. Accesibilidad física; 3. Accesibilidad económica (asequibilidad); y Acceso a la información. Otro elemento es la aceptabilidad traducida en el respeto de la ética médica, el género y el respeto al ciclo de vida, y por último, la calidad como característica que debe observarse en los establecimientos, bienes y servicios de salud desde el punto de vista científico y médico. Con estos elementos, quiero contextualizar en los hechos, lo que lamentablemente le ha acontecido a la paciente de la cama 5 de terapia intensiva de la clínica del IMSS de Zacatecas, aquella ubicada adelante de la Alameda; se llama Sahira María Villareal García de 17 años, es estudiante del CBTA n° 20 de Río Grande y el pasado 20 de julio, ingresó inicialmente a la clínica del IMSS en Fresnillo, Zac., por una supuesta meningitis bacteriana. Su suerte cambió con el cambio de turno de las enfermeras; un enfermero le inyectó alguna sustancia para quitarle el dolor y generarle un sueño profundo del que no ha podido despertar todavía, pues a consecuencia de esa desafortunada inyección, su cerebro no recibió la oxigenación debida, generándole una daño cerebral que la mantiene luchando por su vida; a decir de su madre, la sra. Rosalba García Casillas, algunos médicos la desaniman pero otros con mayor sentido humano, la alientan y han hecho posible que su hija muestre señales de recuperación. Regresando en el tiempo, el enfermero que le puso la inyección a Sahira, lo hizo con negligencia, una negligencia que ha provocado un suplicio en los familiares y amigos de Sahira, a quien le han arrebatado por el momento, sus sueños, sus estudios y la alegría de vivir que se tiene a esa edad. Su madre vive desde aquel 20 de julio en las clínicas del IMSS, come en el área de emergencias y se turna con otros familiares para cuidar a su hija; la esperanza los alienta a seguir en su lucha por la recuperación de la joven. Estamos seguros de que muchos de estos eventos podrían evitarse si cada quien hiciera con profesionalismo su trabajo. Reconocemos en muchos médicos, enfermeras y trabajadores administrativos, esa vocación de servir a los demás, pero lamentablemente, existen aquellos que hacen un verdadero viacrucis del acceso a los servicios de salud. Para finalizar, quiero referirme al artículo 228 del Código Penal Federal que a la letra dice: los profesionistas, artistas o técnicos y sus auxiliares, serán responsables de los delitos que cometan en el ejercicio de su profesión, sin perjuicio de las prevenciones contenidas en la Ley General de Salud o en otras normas sobre ejercicio profesional. En este sentido, estamos dispuestos a brindar asesoría a este tipo de eventos y lograr justicia, pues en muchos casos, el dolor de los familiares, la ignorancia o el temor, es aprovechado por las instituciones de salud para cubrir con tierra, sus errores y negligencias. Hacemos votos por la plena recuperación de Sahira y lucharemos para que este tipo de situaciones no queden en la cómplice oscuridad de algunas instituciones de salud.

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*Representante de Zacatecas ante el
Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable
[email protected]

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