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viernes, 29 marzo, 2024
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¿Por qué la UAZ está en crisis?

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Por: MARIANA TERÁN •

1.- Desde la rectoría de Francisco J. Domínguez Garay (2008-2012) se privilegió la administración por encima de las actividades sustantivas de la UAZ: docencia, investigación y vinculación con la sociedad.

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2.- La pus burocrática ha impactado en un alto costo a la nómina. En particular por el pago a los funcionarios: directores, coordinadores de área, administración central.

3.- Si bien se ha incrementado la plantilla de administradores con onerosas compensaciones que no puede pagar una universidad pública estatal, el trabajo realizado por los funcionarios de aquella administración y de la actual (2012-2016), deja mucho que desear. Por ejemplo hay una total indiferencia del Coordinador de Investigación y Posgrado hacia las maestrías y doctorados que se imparten en la institución. No se conocen las políticas específicas del desarrollo de la investigación en la UAZ, simplemente porque no existen tales políticas. Para qué queremos un coordinador de Investigación y Posgrado si éste no guarda la más mínima relación de colaboración con los investigadores. Por otra parte los programas de posgrado que se encuentran en el Padrón del PNPC de Conacyt, realizan su gestión administrativa solos y directamente con la Federación. Los que estamos en posgrado, hasta la fecha, no hemos conocido una política concreta para el desarrollo de la investigación y del posgrado en la UAZ.

4.- Lo mismo puede decirse de algunos de los coordinadores académicos de consejo de área, por ejemplo el del área de Humanidades y Educación, quien cobra quincena tras quincena como funcionario con jugosas prestaciones y no ha hecho nada para la integración del área. Desde septiembre del 2012 a la fecha, ha demostrado total incapacidad administrativa. Tiene tras de sí una gran falta de legitimidad académica y ahora se suma una falta de legitimidad administrativa.

5.- El desastroso proceso electoral vivido el año pasado para cambiar de autoridades universitarias, además de amañado y tramposo, representó un fuerte impacto para la nómina por el pago de favores políticos. Quien encabezó esta asonada contra la propia universidad fue el que fuera rector de la institución, Domínguez Garay. Los puestos administrativos simplemente se rolaron entre la misma clase política. Aquellos administradores que provocaron la debacle universitaria, ahora buscan soluciones fuera del alcance de su mano porque no tienen ningún proyecto universitario. Lo que se aprecia, a partir de la administración de Silva Cháirez, es una total falta de brújula y los ecos de los pleitos y chismes políticos en los que están enrolados nuestros funcionarios. Lo que se aprecia también es un incremento en la nómina, por lo menos 250 nuevas contrataciones a partir de septiembre del 2012 a la fecha.

Es claro que la falta de cohesión de los burócratas universitarios indica una ausencia de discusión y análisis de un proyecto universitario. Tal parece que algunos funcionarios sólo están por la compensación económica dejado de lado lo verdaderamente importante, lo sustantivo de la institución.

6.- La falta de pago de los estímulos a los docentes, (que fuimos evaluados según un modelo previo y cumplimos con nuestra parte), es una muestra fehaciente de la crisis universitaria. Los estímulos ya se pagaron, pero los beneficiarios no los hemos recibido. Estamos pagando los errores de la falta de administración, pese a que, como ya se mencionó, ha habido un incremento notable en la administración. Vaya paradoja.

7.- Las movilizaciones del Sindicato de Trabajadores de la Universidad (STUAZ) son una franca señal de alarma para todos los universitarios. Si la administración central y el rector no toman medidas puntuales de ahorro a las compensaciones y prestaciones de la burocracia, esta olla va a tronar.

8.- Desde la Federación, desde ambos sindicatos (STUAZ y Spauaz), y desde las comunidades de docentes e investigadores se está exigiendo una transformación radical en la UAZ que incida en la notable reducción de las compensaciones de los administradores, en la eficiencia del trabajo administrativo, en una efectiva y verdadera política de transparencia y de rendición de cuentas. Parece ser que todos estos sectores coincidimos en la exigencia de una auditoría general inmediata a la institución. Todos estos sectores coincidimos en volver a poner, nuevamente en el centro, las actividades sustantivas de la institución.

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