El fantasma de la incertidumbre recorre este país. En las reglas para acceder a las plantas de trabajo docente, en una pretensión de objetividad, dicen que la autoridad pondrá una serie de preguntas sobre una hoja y los maestros se concentran a responderlas, y si estos últimos aciertan han ganado una plaza. Pero siempre aparece una sorpresa: algo que no está dicho es sacado a la luz después de ejecutado el proceso. Eso es incertidumbre. Las reglas para que cumplan su tarea deben estar dichas antes de los eventos; si ponemos una parte de las reglas antes y otras después de los eventos de evaluación, toda la certeza de los mismos queda endeble. Es lo que ocurre en el caso de la maestra desplazada por no tener residencia en Zacatecas.
Es como si en una justa atlética se saca una convocatoria y permiten participar a todos los solicitantes y después de que uno de ellos cruza la meta, le dicen: “Usted no gana porque no cumple con una regla que no estaba en la convocatoria, pero que ahora la anunciamos”. La selección es antes: una vez aceptado en el juego, ya se es un competidor más. Luego entonces, hay un problema grave no sólo con el contenido de las reglas para seleccionar a los profesores (la idea de que un examen escrito es un criterio idóneo para elegir a buenos maestros), sino con la aplicación de las mismas. Son las dos grandes dudas en las reglas de aceptación, promoción y permanencia de los maestros después de esta cuestionada reforma educativa.
Ahora ya no será la SEP la que elija a los maestros, de ahora en adelante será el Instituto Nacional de Evaluación Educativa quien lo haga. Pero empezamos pésimo: hay un gran desconocimiento de la normatividad secundaria sobre el INEE y el llamado
Servicio Profesional Docente, porque no hubo debate a fondo sobre dicha reglamentación en su aprobación en la Cámara de Diputados; debate que permitiera a la opinión pública enterarse y tomar posición sobre estos asuntos de alto interés público. Y luego vendrán los procedimientos específicos con los cuales el INEE hará la selección de maestros. Y una cosa muy delicada: habrá despidos; la pregunta que surge es, ¿será con la misma incertidumbre que hasta ahora mismo tenemos? ¿Acaso familias quedarán sin ingreso por un procedimiento poco claro y reglas que se anunciarán al final del proceso de selección? ¿Estaremos ante escenas donde le digan a un maestro: “hay una regla que no se había anunciado con anticipación, pero ahora Usted está despedido a causa de esta?”
En suma, con los eventos recién vividos en Zacatecas, surgen dos motivos de alarma; primero, pensar que se limitarán a exámenes escritos para seleccionar a los que pretenden sean los mejores maestros, cosa la cual nos deja pasmados, porque sabemos que esos criterios son totalmente equivocados; pero no sólo, ahora surge otro motivo de alarma: que las reglas que exhiban (una vez que las conozcamos) sean medias reglamentaciones, y al final de cuentas, sean criterios políticos los que determinen las decisiones, respaldados en sorpresas como las que vemos actualmente en el proceso de selección en Zacatecas. Es decir, la causa de la incertidumbre es la simulación de las normas.
