El proceso electoral pasado debe ser un parteaguas y la oposición en su conjunto debe buscar unas nuevas reglas de este juego llamado erróneamente democracia.
Es evidente que el derroche de recursos por parte de los partidos para conseguir votos, es un modelo de campaña que en nada ayuda a incentivar una participación de la sociedad en los procesos electorales. Las ideas y el debate de las mismas fueron dejadas de lado para privilegiar el despilfarro de dinero en dádivas, publicidad y en la compra encubierta de espacios en los medios de comunicación, dándole vuelta a la ley que tantas quejas de los concesionarios de medios electrónicos provocó.
Nuestro sistema electoral hace agua y las instituciones encargadas de supervisar la equidad en la contienda, cada día son más y más cuestionadas con razones fundadas. Hay falta de herramientas jurídicas y deficiencias en la ley que provocan que valga la pena violar las leyes con tal de llegar al poder, ya que los castigos son mucho menores que el botín.
Las candidaturas independientes y su exitosa participación, si tomamos en cuenta los pocos meses de existencia y las dificultades de difundir su presencia en poco tiempo, son oxígeno puro para los ciudadanos que cansados de alianzas incongruentes, del despilfarro de dinero y de la falta de compromiso de los partidos políticos, aun así creen que la forma de cambiar nuestra pobre realidad es mediante la participación y el voto, sin dejarse abrumar por la desesperanza que lleva al abstencionismo y que solo beneficia el continuismo de las cúpulas en el poder.
Sin embargo hacen falta reformas que permitan una contienda más equilibrada, que evite la necesidad de derrochar recursos para que en municipios grandes, haya una verdadera equidad en los comicios y no sólo en los pequeños donde es más fácil difundir una propuesta alterna a los partidos. Centrar la contienda en las ideas deberá ser el eje central de una nueva ley electoral, de lo contrario continuará la decadencia de nuestros gobiernos.
De los resultados debemos destacar la victoria del candidato independiente en el municipio de General Enrique Estrada que con una participación aplaudible de 70 por ciento, logró una victoria contundente, mostrando que en los municipios pequeños los independientes son una opción real. En cuanto al candidato independiente de la capital es rescatable que en poco tiempo y compitiendo por la joya de la corona, superó a algunos partidos y logró una votación similar a la del PRD, partido político que ha perdido el rumbo.
Es necesario que los partidos de oposición se replanteen muchas cosas, el PVEM apostó todo a la capital, en busca de ayudar a Carlos Puente a competir con Alejandro Tello en la futura alianza con el PRI por la gubernatura del Estado. En una mecánica similar a la del PRI, derrochó dinero, ensució nuestra ciudad con publicidad en exceso (cosa que urge regular), entre otras artimañas, sin tener el éxito esperado. La alianza PAN-PRD un fracaso anunciado desde el inicio, eligieron al candidato menos competitivo y nunca hubo convencimiento de sus militantes en votar los unos por los otros, por más que las dirigencias nacionales de ambos partidos inundaran los medios con su pragmatismo ramplón carente de congruencia, el poder por el poder no es la vía.
Las quejas de elección de estado tanto del PAN, el PRD o de personajes como los Monreal son un sinsentido ya que ellos durante sus años de gobierno estatal, municipal o federal no combatieron la compra de votos, el despilfarro y la dádiva, mantuvieron un modelo electoral queriendo perpetuarse en el poder, pero ahora han perdido contra los inventores del juego.
Hacen falta nuevas reglas para cambiar el juego electoral que tanto nos cuesta a los ciudadanos, tanto por lo elevado de los presupuestos asignados a las elecciones, como por los malos resultados de los gobiernos que llegan a base de billetes. Las candidaturas independientes deberán ser más competitivas y guiar las contiendas por la senda de las ideas y no del derroche, aún queda mucho por hacer. ■
