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viernes, 29 marzo, 2024
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Adulación y esperanza

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Por: JORGE HUMBERTO ARELLANO •

Releer el Gorgias, uno de los diálogos más extensos de la obra platónica, ofrece varios puntos de análisis que en cuestión política son dignos de considerarse. De inicio, el tratado se refiere a la función que desempeñan la retórica y la oratoria en la producción de mejores hombres que cohabitarán la ciudad-estado, desarrollando el concepto de virtud, y la justicia como la máxima aspiración de los personajes dedicados a gobernar al pueblo, sin olvidar la formación de los ciudadanos con las características adecuadas a las exigencias de la organización social y el desempeño de sus gobernantes.
El diálogo muestra a tres protagonistas reconocidos como sofistas: Gorgias de Leontino, Polo y Calicles, considerado éste último como un elemento creado por la imaginación de Platón para dar mayor consistencia a las lucubraciones y deducciones que han de generar la idea de justicia, y la función que cumple la retórica en la posible creación de mejores individuos y por lo tanto de una mejor sociedad, en la búsqueda de la autarquía o autosuficiencia, y la independencia política.

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Inicia Gorgias mostrando su sabiduría, con el reto que interpone a los asistentes a la disertación, en el entendido que es una especie de mente superior capaz de contestar cualquier pregunta, sobre cualquier tópico, principalmente en los temas relacionados con las características que el hombre dedicado al gobierno debe de reunir; llámese de otro modo, la función que la retórica desempeña para beneficio del grupo social.
Pero Gorgias no define a la retórica de manera convincente; no pasa de establecer aparentemente para qué sirve. A su entender quien domina la retórica tiene la capacidad de sobresalir en cualquier arte, citando que en algunos casos los enfermos han considerado más valioso un buen discurso que el seguimiento puntual de las indicaciones de un médico. Pasa pues la retórica a ser de mayor trascendencia que las recomendaciones del especialista, en cualquier oficio de los existentes en el siglo 4 a. C., para Gorgias.
Después de argumentar el cansancio de su maestro, entra a la discusión Polo, quien inicia preguntando a Sócrates qué es para él la retórica, a lo que obtiene como respuesta que más que ser un arte o una ciencia, es una simple práctica, como lo es la culinaria, que se encarga de satisfacer el gusto de quien disfruta de una suculenta vianda de alimentos, que alaga al paladar pero no produce el bienestar que en caso necesario la medicina podría ofrecer al interesado en mantener un cuerpo saludable. Por otro lado, Sócrates equipara a la retórica con la cosmética, que ofrece una belleza falsa e indigna, si se le compara con los beneficios que ofrece la gimnástica. Para Sócrates tanto la culinaria como la cosmética, y por lo tanto la retórica, no son mas que partes de la adulación, que se encarga de ofrecer a los demandantes simples apariencias de lo que podría causarles un bien y una posición social reconocida, fundamentada en la común sentencia “mente sana en cuerpo sano”.
En el caso de Calicles, la discusión se centra en el poder que el más fuerte puede ejercer sobre el más débil. Una vez esclarecida la falsa función que desempeña la retórica como máxima virtud en el individuo que la posee como don personal, se trata ahora de posicionar a la justicia como el eje rector de la conducta humana, tanto del gobernante como de sus gobernados. La idea se desprende de la observación de que un buen discurso puede legitimar la posición benefactora en apariencia de los gobernantes, citando como ejemplos a Pericles y Milcíades, hombre de estado uno y militar el otro, a lo que Sócrates demuestra que fueron más nocivos para el pueblo, desde el momento en que se dedicaron a la adulación de los individuos, por medio de sus obras y construcciones, o sus estrategias bélicas para salvaguardar la libertad del pueblo ático.

El hecho es, que en época electoral, los discursos y la retórica, a la vez que la adulación, están presentes a la orden e interés de los esperanzados en mejores condiciones de vida. Resulta difícil conseguir un empleo que garantice el desarrollo familiar; la inseguridad aparentemente se va a combatir con mejor alumbrado público y con la proliferación de policías y espacios de esparcimiento, para el desarrollo integral de la juventud y sus familias. Al menos estas fueron a grandes rasgos las propuestas emanadas de los diferentes candidatos a la presidencia municipal de Zacatecas, en el pasado debate convocado por la organización civil #YoSoy132. Entre retóricas y adulaciones, lo que el pueblo común desea escuchar, se desarrollaron las ideas, excepto el candidato que espera a responder con hechos, más que con palabras. Sólo uno de los candidatos se atrevió a poner el dedo en la llaga, el ingeniero Rogelio Cárdenas se atrevió a considerar que “el sistema neoliberal debe de cambiar, o los estragos sociales seguirán”.

Valiente resulta la aportación del candidato independiente, comprendiendo que el mal que aqueja a la sociedad mexicana, desde 1982 al menos, es un estado de indefensión en el que se privilegia al que más tiene, en el falso entendido de la creación de empleos, que ni con la reciente reforma laboral se han cristalizado, aparte del desinterés que muestran generalmente los tres niveles de gobierno en los habitantes del país. Sin retórica ni adulación Rogelio Cárdenas hace renacer la esperanza en un cambio de modelo económico que garantice lo que el fallido estado actual no ha logrado: el bienestar de la sociedad, aunque sea como candidato al espacio gubernamental menos impactante. ■

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