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sábado, 20 abril, 2024
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Libertad

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Por: LUCÍA DE LEÓN •

La reciente aprobación de la ley en Colombia que prohíbe usar animales “nativos o exóticos” en circos es una medida que responde al esfuerzo de distintas organizaciones civiles que han luchado para sensibilizar a la sociedad del maltrato que padecen los animales en nombre del entretenimiento.
Los humanos somos la especie más evolucionada del planeta, lo que consagra en nosotros la responsabilidad de proteger al resto de las especies animales o vegetales, así como al suelo, el aire y el agua.

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Legislar por la protección de los más indefensos abarca más sentidos en la vida; difunde una conciencia de cuidado al prójimo, es trabajar por quien lo necesita independientemente de que “a mí no me afecte”.
La ley educa en sí misma a todos los niños y habitantes de Colombia. Explotación ya sea a un animalito o a quien sea es explotación. La cultura de la solidaridad, de tender la mano al que esta abajo, es una herramienta para hacer frente a problemas como el bullying, entre tantos otros.

Colombia no será parte del despojo de sus ecosistemas y confinamiento a un cruel cautiverio, golpes, abusos y hasta choques eléctricos para entrenamiento. Se cambian los elefantes con gorrito y esposas, los osos con tutú brincando a través de un aro, los simios con maquillaje y los felinos tras los barrotes de acero por un fuerte discurso de respeto. Un llamado a la justicia y a la responsabilidad que los pueblos y ciudadanos tenemos con el cuidado del medio y la educación de nuestros niños.
La promulgación de esta ley contrasta con la promulgación en nuestro estado de las sangrientas peleas de gallos como patrimonio de Zacatecas, un mensaje muy diferente para los niños de nuestro estado. La sangre como algo simple. La muerte como espectáculo ¿es el patrimonio que queremos declarar?

Paraguay, Bolivia, Perú y Brasil son otros cuatro de los 35 países que hay en América pioneros en la prohibición de animales en circos; las carpas tendrán dos años para adaptarse a la legislación o se irán del país; aunque todavía hay mucho por hacer.

La prohibición absoluta en Colombia es una más a una serie de medidas que forman parte de la reconstrucción del tejido social que tanto anhelaban los colombianos. Derechos de los niños y un programa de alimentación, salud, educación y lectura han transformado poco a poco la visión y esencia comunitaria en un país que por mucho tiempo no veía la hora en que la violencia dejara de acosar sus calles.
La decisión que ha anunciado el Senado denuncia la crueldad, la explotación y a cambio grita: ¡Libertad! ¡Justicia! ¡Dignidad! grito que se seguirá oyendo en el paso de las que generaciones hasta que en nuestra casa esté todo como debe de estar. ■

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