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jueves, 28 marzo, 2024
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Pugnas y futuro

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

La actual pugna sobre la reforma educativa se inscribe en el largo trayecto neoliberal al fin de prefigurar para el capital y el estado, un futuro despejado de problemas y gastos respecto a las pensiones del magisterio, acotadas desde hoy, ¿o desaparecidas? Es un trasfondo de la pugna SEP-Chuayffet V/S magisterio/SNTE-CNTE. A la oficialidad no interesa debatir sobre educación, su presente, problemas o futuro. Tampoco le importa la diversidad de ambientes ni dónde ni cómo ocurre la educación, cuando ocurre, sino recortar desde hoy el futuro presupuesto y gasto, que sustentarán con precariedad las condiciones de trabajo y vida, de millones de maestros en activo o liquidados, o jubilados, ¿los menos? Hoy no se percibe la futura infraestructura de salud ni de servicios que se ofrecerá como contra peso a las magras, ¿cuán efímeras? percepciones monetarias. Las cifras que dibujan el futuro, apabullan: si en México, durante el sexenio de Calderón H. 7 millones de personas transitaron hacia la pobreza, ¿qué será de ellas y cuántos millones más se sumarán con esa condición, al final del sexenio de Peña Nieto? Con todo y los problemas de método para hacer la estimación, habrá millones de mexicanos con inseguridad alimentaria, pobres ingresos o sin ingresos y un acceso limitado a servicios de salud. Ni qué decir de su pobreza en infraestructura urbana o cultural.

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A sabiendas de que los jóvenes de hoy, serán los seres humanos maduros del mañana, Armando Bartra afirmó que los movimientos sociales juveniles que estallan en todo el mundo son la esperanza para transformar la incertidumbre y la angustia, generadas por la crisis del sistema económico. De hecho, para él la crisis también es una práctica social transformadora, ya que el surgimiento de movimientos sociales simboliza la posibilidad de un mejor futuro. A pesar de que los gobiernos sigan anclados en su visión política y económica, hay jóvenes que se rebelan ante las recetas del Banco Mundial, y del Fondo Monetario Internacional, basadas en el Consenso de Washington. La cuestión de si los jóvenes transitan de la acción colectiva contestataria a una lucha revolucionaria y reivindicativa por las demandas que quieren satisfacer o si eso es “algo fundacional en las nuevas experiencias de la crisis” y despuntara una cultura en remplazo a la anterior. Citó para ilustrarlo a un joven de Grecia: “vivimos dentro de su sistema, vivimos entre ellos, pero pensamos, actuamos, respiramos, como si estuviéramos más allá de su mundo cerrado”.
¿Hasta dónde se puede llegar a intervenir el actual mundo neoliberal y su decadencia, desde esa particular lucha por la dignidad? Y la mente evoca el actuar del EZLN, ¿será una “utopía”, ‘como experiencia presente’, diría Bartra? Una en movimiento, sobre su territorio y sus pies. ¿Una lucha cotidiana por existir, construir y vivir culturalmente de manera distinta al arquetipo neoliberal de desarrollo? ¿Hasta dónde, hasta cuándo?
Sergio Zermeño aporta a la reflexión: “Las sociedades que mejor viven, son aquellas en las cuales las personas tienen poder en lo social”. ¿Los caracoles podrán ser un ejemplo? Sí, muestran que son sociedad y en ellos hay densidad social. ¿Qué los sostiene? Su localidad y su densidad que implican
comunicación, organización para el trabajo o la lucha, si se requiere. Y todo para trabajar y vivir bien, incluso con las restricciones asumidas y procesadas por el estar en lucha y hacer al mismo tiempo lo que se hace en paz: una vida social y cultural, ¿que resulta de tener y cultivar “una relación de tú a tú con la política”, cuyo movimiento, a la vez sencillo y complejo, equilibra y estabiliza a los sujetos, los construye a ellos y a su “inmediata” sociedad? Estado de guerra, economía y sociedad, están juntos sobre la base política que desarrollan y sostienen. ¿Con todos los riesgos, los integrantes de los caracoles así construyen su calidad de vida, posible por los equilibrios de poder que se dan, al estar incluidos todos sus integrantes?

Esa otra forma de hacer política despunta en los límites, en los pequeños espacios cotidianos, sin necesidad de echar mano de todo el aparato que traen miles de candidatos zacatecanos en búsqueda, a través del voto, de un trabajo seguro y bien remunerado por los próximos tres años. ¿En qué momento iniciarán a colaborar a resolver los problemas económicos, sociales y políticos de manera distinta, a sólo gestionarlos por el tiempo que dura su representación? Resolverlos exige otra mentalidad o disponibilidad y darse a intentar construir un modo de vida distinto que despunte una novedad sustentable en las ásperas tierras de nuestro estado, justo donde están plantados, el corazón y mente de nuestros paisanos. ¿Ahí yace su potencia política para cambiar e innovar, su capacidad de trabajo y sus posibilidades de futuro? ■

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