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jueves, 18 abril, 2024
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“Pedimos apoyos y nos dieron cal”: habitantes de Colonia Madero

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Por: Admin •

■ La lluvia provocó inundaciones en 93 casas ubicadas en esta comunidad de Noria de Angeles

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■ Promete Conagua que reencauzará el arroyo a las zonas agrícolas para evitar estos hechos

El humo blanco se dispersa sobre la Colonia Madero, en el municipio de Noria de Angeles. Apenas se vislumbran las siluetas de mujeres y hombres cubiertos con tapabocas, guantes, gorras y cargando cubetas para esparcir cal frente a sus hogares.
Desinfectan las calles porque no quieren problemas sanitarios, luego de la lluvia atípica que presenciaron este fin de semana, la cual produjo inundaciones en 93 casas y dejó pérdidas totales en 35 de ellas, además de daños severos en 200 hectáreas de vid.

Mientras la brigada de voluntarios trabaja sobre la avenida Bravo, sus hijos los observan y bromean detrás de la reja de la escuela primaria. Otros más, no asistieron a clases y ayudan a sus padres en las labores de higiene.
Caminan con lentitud en los costados de la avenida, donde se forman pequeños arroyos con charcos y lodo. Temen resbalar, pero no evitan manchar sus zapatos y uniformes escolares, confeccionados por Gobierno del Estado.

Sobre las banquetas, descansan televisores, libros, refrigeradores, estufas y computadoras que fueron colocados allí por sus dueños, con la esperanza de que el sol del mediodía evapore todo indicio de humedad.

Sara Almaraz Espinoza, de 37 años de edad, aprovecha que el día es caluroso y soleado para unirse a la brigada de voluntarios que limpia el lodo de las viviendas más afectadas de la comunidad, ubicada al sur del estado.

No obstante, recuerda que durante la noche del jueves, todo fue distinto. Ese día estuvo acuartelada en su casa a partir de las 22 horas, junto con sus dos hijas y un nieto. La presión de la lluvia desprendió la mitad del techo de lámina y dañó los muebles.

Se recostó sobre el suelo, pero no durmió. La mantuvo en alerta el sonido del agua que fluía, cada vez con mayor fuerza, sobre un costado de su hogar. “Fueron dos días en los que nos llovió. Perdí todo, ahora tuve que pedir prestado un anafre para hacer de comer”, comenta con enfado.

“(En ese momento) quise cuidar a mis hijas y a mi nieto, pero tampoco puedo muy bien, por lo de mi enfermedad. Tengo ataques de epilepsia desde toda la vida. Voy caminando y de repente estoy en el suelo y se me cae hasta el dinero. Ahorita me estoy tratando a base de puras pastillas”, afirma.

Esa noche, mientras Sara observa cómo se desprende su techo, al otro lado de la comunidad, Javier Barrales Patilla, un hombre de la tercera edad, reúne a sus hijas y nietos en su cuarto, para resguardarlos de la granizada.

Las mujeres descansan sobre la cama y los hombres duermen en colchonetas. Al igual que Sara, la familia de Javier teme que se desprenda la azotea de ladrillo, que muestra manchas de humedad y cuarteaduras de 50 centímetros de largo, aunque el techo soportó la intensidad de la lluvia.

“Las camitas se nos llenaron de lodo desde abajo. Anduvimos tres días sacando el agua. Se nos remojaron los muebles, las mesas y el librero”, narra, luego de admitir que ésta es la segunda ocasión en que le ocurre una contingencia de este tipo.
La primera de ellas fue durante el sexenio de Ricardo Monreal, quien personalmente acudió al hogar de Javier, donde prometió ayudarle mediante la entrega de material de construcción para que reparara los daños de su casa, aunque nunca cumplió su palabra. “Que ya no nos prometan, mejor que nos ayuden”, reclama.

Ante ello, las madres de familia, Elvira Rodríguez Hernández y María Isabel Clara, detallan que en esta ocasión, los primeros paquetes de ayuda, como despensas y cobijas, sólo se repartieron entre las personas que viven en la entrada de la colonia.

“A nosotras nomás nos dieron la cal pa’ regarla en la calle. No hemos tenido ningún otro apoyo”, ironizan al mostrar sus cubetas llenas de este óxido polvoso, mientras cubren sus rostros para evitar ensuciarse de él. “También necesitamos cobijas y despensas”, dicen.

Colonia Madero tiene una mayor población de mujeres, mientras que los hombres suelen ser ancianos y niños, ya que al igual que en el resto de Zacatecas, el fenómeno de la migración se presenta, con mayor frecuencia, en varones de edades laboralmente productivas.

Quienes se quedan o regresan de Estados Unidos, suelen dedicarse a la siembra de uva y tomate, mismos que se encuentran a menos de un mes de iniciar su comercialización, pese a que la granizada afectó 200 hectáreas de este cultivo, así como a otras 400 más, pero en la comunidad Sauceda de Mulatos.

Sin embargo, 30 por ciento de este margen tiene un alto grado de deterioro, según los primeros reportes de la Secretaría del Campo (Secampo), dados a conocer por su titular Enrique Flores Mendoza.

Las opciones para reactivar los cultivos consisten en apelar al Seguro Catastrófico que se contrató para este año, al igual que el Componente de Atención de Desastres Naturales (Cadena), aunque ambos programas sólo sustituyen las pérdidas, “no las compensan”, advierte el funcionario.

Las granizadas son una constante en Noria de Angeles, afirma Javier Barrales, quien ha vivido en Colonia Madero desde joven. “Yo aquí vine cuando me casé, y ora ya hasta soy viudo”, comenta.

Desde el interior de su hogar muestra los daños de sus muebles y una foto de su mujer, quien años atrás dejó de acompañarle en su vejez. De acuerdo con sus amigos, Javier fue el más afectado tras la intensa lluvia del fin de semana.

Sin embargo no fue informado sobre el programa de apoyos de gobierno para reparar las cuarteaduras en paredes, techos y reposición de muebles, tales como refrigeradores, estufas, colchones y bases para camas.

De los 93 hogares afectados, 35 recibirán apoyos, por considerarse los de mayor rezago, además de que pondrán el enjarre en 15 viviendas, instalarán siete pisos firmes y sanearán tres azoteas afectadas.

Por su parte, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) promete que se reencauzará el arroyo a las zonas agrícolas, con la finalidad de evitar nuevas inundaciones, además de emitir la declaratoria de emergencia, que ayudará a obtener mayores insumos como despensas y cobijas.

Al final del día, Sara Almaraz pide que pronto reciba una estufa para su hogar, aunque teme que pronto llegue un nuevo diluvio, en esta región acostumbrada a las inundaciones y granizadas, puesto que la temporada de lluvias apenas inicia.

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