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viernes, 29 marzo, 2024
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Lidia Gutiérrez, una de las 38 mujeres que trabajan en la mina Peñasquito, en Mazapil

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Por: ARAZÚ TINAJERO •

■ Es jefa de familia, tiene dos hijos adolescentes a quienes ve cada 14 días, explica

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■ Maneja uno de los 61 camiones Komatsu con capacidad para 320 toneladas de carga

MAZAPIL. Lidia Gutiérrez Flores es una de las 38 mujeres que trabajan en la segunda mina con más producción de oro a nivel mundial. Maneja uno de los 61 camiones Komatsu 930 E4 con capacidad de 320 toneladas.

Es madre de dos adolescentes, uno de 12 y otro de 15 años, para quienes ella significa el sostén familiar desde hace cuatro años. Antes se dedicaba a las actividades domésticas, pero la ausencia de la figura paterna la puso en oportunidad de formar parte de los 3 mil 500 trabajadores del proyecto minero Peñasquito, ubicado en Mazapil.

Es originaria de Fresnillo y pasa la mitad del mes allá y la otra mitad en el complejo. Es difícil, dice, porque durante los 14 días que no está en su casa sus hijos se quedan con la abuela.

“Pienso que no se pueden acostumbrar porque siempre que me vengo se quedan muy tristes y cuando les hablo me dicen que me extrañan y yo también. No es fácil ni para ellos ni para mí estar separados”, explica.

Todos sus días empiezan a la 6:30 horas. Cuando está en casa, se prepara para llevar a sus hijos a la escuela, atiende las actividades como ama de casa, pasa por sus hijos, les ayuda a hacer la tarea y espera a que el día termine.

La rutina cambia cuando debe despedirse de ellos para viajar a la mina y permanecer en ella por los siguientes 14 días. El camión parte de Fresnillo a las 15 horas y sus hijos deberán esperar para tener a su madre de regreso. Mientras tanto ellos llevan una vida normal, uno ya estudia en el Conalep.

“Trato de hablar con ellos lo más que se puede. Les digo que los quiero que estoy en la mina es por el bien de nosotros, para sacarlos adelante”, menciona.
En Peñasquito su actividad laboral también empieza a las 6:30 horas. A esa hora debe estar ya lista para recibir el equipo e iniciar la jornada de 7 a 19 horas. Su trabajo consiste en manejar esa pesada unidad en la que se transporta material extraído del tajo a cielo abierto denominado Peñasco, que tiene un diámetro de un kilómetro 600 metros y una profundidad de 220 metros.

La extracción en este tajo inició hace cinco años aproximadamente y se proyecta una vida útil de 22 a 25 años. Se trata de un cráter enorme que, según dice, puede verse desde el espacio.

Desde la orilla los camiones descomunales se ven pequeños ante la magnitud hueco en la tierra. A lo largo de sus distintos niveles a modo de taludes, para minimizar las afectaciones por posibles derrumbes, desfila el ejército de unidades Komatsu que reciben el material del que aproximadamente se extraen .30 gramos de oro por tonelada.

Mientras Lidia consume su tiempo para comer, el receso que inició a la 13:30 horas, nos cuenta que para ella no hay diferencia alguna al trabajar en un oficio en el que normalmente se emplean hombres. En la empresa, dice, les dan oportunidades por igual. Además, el ambiente entre el resto del personal femenil también es respetuoso.
Cuatro de sus 36 años de edad los ha pasado en la mina y jamás pensó que sería la operadora de un camión con más de 6 metros de altura, pero se capacitó y ahora forma parte de equipo con menos retardos e incidentes.

De acuerdo con directivos de la empresa minera, para quienes la seguridad es uno de los principales pilares, durante 2012 y lo que va de este año no se han presentado accidentes. De haber algún tipo de incidente que refleje una negligencia que ponga en peligro alguno de los procesos o al personal, los responsables pueden llegar a perder su contrato.

En el área donde Lidia trabaja se implementa equipo de avanzada tecnología que, instalado en los lentes que cada operador utiliza, se puede detectar la “pérdida de alerta” 20 minutos antes de que el personal comience a sentir algún cansancio. Con dos alertas, los supervisores son los encargados de verificar el estado de salud de los conductores.

El camión que Lidia maneja sólo es más pequeño que las unidades bautizadas como “Stopito” y “Stopita”, 2 Komatsu 960 con capacidad para 360 toneladas que están a prueba desde hace cuatro meses, pero que con el resto de los 62 camiones transportan 550 mil toneladas diarias de material del que se extraen concentrados de plomo y zinc con valores de oro.

Lidia ingresó a la mina porque escuchó que había vacantes para mujeres y le pareció atractivo, buscó la oportunidad y se quedó. Ella piensa seguir trabajando en Peñasquito por mucho tiempo “hasta donde se pueda”. Después de manejar esta enorme unidad le gustaría conducir equipo auxiliar, una moto conformadora, alguna pipa o tractor, por ahora circula en su unidad, concentrada en el trabajo, pero contando los 14 días para estar de nuevo con su familia.

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