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viernes, 19 abril, 2024
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Amparo Dávila, visiones y ecos de la imaginación

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Por: FRANCISCO JAVIER GONZÁLEZ QUIÑONES •

La obra cuentística de Amparo Dávila (Pinos, Zacatecas, 21/02/1928), elogiada entre otros por el generoso Julio Cortázar, más allá de su ambigua clasificación que va de la fantástico a lo terrorífico, es una obra que se distingue por su propio toque en el manejo de claroscuros literarios: temas, personajes, ambientes, estructura y tratamiento. En su libro de cuentos Muerte en el bosque, Amparo Dávila mezcla con maestría, en su crisol de alquimista literaria, ingredientes diametralmente opuestos y el resultado son cuentos únicos y singulares, no porque los ingredientes de su fórmula sean desconocidos, sino por el grado de alquimia que les imprime para transmutarlos en nuevas posibilidades de expresión.

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Así, en la conjunción de esos elementos opuestos, el sacrifico y gozo que experimenta simultáneamente el personaje de Fragmento de un diario, deriva en la obsesión y en la generación de pensamientos asesinos, sobre los cuales el lector queda intrigado en cuanto a su puesta en práctica. Otra dualidad, la mezcla del amor y celos, fragmenta a Durán, el protagonista del Final de una lucha, en un personaje bidimensional y bipolar, dominado por su lado más oscuro y por su obsesión por Lilia, la cual determina el final de su lucha interior. Con gran dominio, la autora impulsa a sus personajes a traspasar sus propias fronteras y los lleva de la certidumbre a la incertidumbre, de los sueños a las pesadillas y del hastío a la renuncia total (La señorita Julia, La celda, Muerte en el bosque). En la misma línea de situaciones extremas, el despreocupado Marcos recibe una inesperada y misteriosa visita que perturba su tranquila cotidianidad, en una creciente angustia que lo transforma en el señor X, creándole una histeria que lo lleva a vislumbrar mil posibilidades negativas sobre su futuro. Tratando de evitar esas posibilidades, el señor X escapa a esa visita y renuncia a todo su presente pidiendo en la estación del tren; Un boleto de ida para cualquier parte. Inmerso en estos textos el lector queda atrapado y especula sobre los dominios de la realidad y la fantasía en las que se desenvuelven: nacen, viven, se diluyen y/o mueren, los personajes de la obra cuentística de Amparo Dávila. La cual discurre en atmosferas y/o ambientes de armonía y caos en los que los personajes llenos de vitalidad desfallecen y pierden su entusiasmo, sus anhelos, su inocencia o su voluntad (Muerte en el bosque, La señorita Julia, La celda, Alta cocina y La Quinta de las celosías). Atmósferas cargadas de desgastantes simbiosis familiares que generan conflictivas y enfermizas relaciones de amor y dependencia (Moisés y Gaspar, El huésped y El espejo). Espacios literarios que propician planteamientos de realidades múltiples (Tiempo destrozado y El huésped). Casas de huéspedes que en su estreches abrigan sueños y pesadillas (Un boleto para cualquier parte y La Quinta de las celosías).

Muerte en el bosque (1959), evoca destellos cinematográficos de Luis Buñuel. El surrealismo que impregna la obra de este gran cineasta, se percibe en varios de los cuentos de Amparo Dávila. Las imágenes que se desprenden de los mismos, al ritmo en que se leen, son un tanto grotescas, ilógicas y extraordinarias. De hecho, La Quinta de las celosías remite a otra película de Luis Buñuel (Ensayo de un crimen, 1955), inspirada en la novela homónima escrita en 1944 del dramaturgo mexicano Rodolfo Usigli (1905-1979). En este caso los temas comunes son las misteriosas mansiones habitadas de desolación y el pensamiento asesino que engendra una imaginación desbordada que se dispara por un fetichismo.

La Quinta de las celosías refleja en buena medida una cuentística que pertenece a lo que C.G. Jung identifica como literatura visionaria, la cual a diferencia del genero sicológico, no explica las razones ni fuentes de las enfermedades o expresiones extraordinarias de la mente. La literatura visionaria se nutre fundamentalmente de los arquetipos inmersos en el subconsciente colectivo, entre los cuales se pueden distinguir en este cuento los siguientes: la muerte, el miedo a lo desconocido, el deseo de una vida inmortal, la idealización de la amada, los arcángeles o entes protectores, el viejo sabio y las voces de fantasmas que retumban en las personas aterradas. Voces anidadas en los subconscientes de los lectores que hemos sido atrapados por la obra cuentística de Amparo Dávila. Voces que de vez en cuando rompen su hibernación para trastocarse en portentosos ecos que anuncian visiones extraordinarias.

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